ESCLAVITUD Y MUDEJARISMO. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
El apresamiento de cautivos y la esclavitud ha sido moneda de cambio corriente, por desgracia, en el mundo mediterráneo durante demasiados siglos. En la gobernación de Orihuela del siglo XV, tales negocios florecieron, especialmente en puertos como el de Alicante, atento a los movimientos de personas y mercancías desde el Norte de África. Mantenía relaciones con la castellana Cartagena, desde donde trajo cautivos musulmanes en 1444 Joan Cabanes.
Se dio la circunstancia que no pocos de los mudéjares del territorio trataron de alcanzar la Granada nazarí, en busca de una vida mejor. De 1445 tenemos constancia del deseo de marchar de dos de Novelda (como la juglaresa Zoayra), otros dos de Elda, cuatro de Aspe, uno de Crevillente y otro de Albatera. Quizá la inseguridad de las rutas hacia el África septentrional determinara a muchos a preferir el camino granadino.
La marcha de población mudéjar preocupó a señores como el de Novelda, don Pedro Maza, que habilitó el castillo de La Mola como prisión de musulmanes.
En 1444 don Pedro Maza vendió por 150 libras a Pere de Mena y Antoni Ramírez los musulmanes que pretendían marchar a Granada. El año anterior, Pere de Mena había comprado por 41 libras y 5 sueldos otro musulmán al patrón de nave Martín Sánchez, mercader de cautivos que también vendió otro por 24 libras y 15 sueldos a la esposa del mismo don Pedro Maza, además de una cautiva de raza negra por similar cantidad a Melchor de Vallebrera, prohombre alicantino.
Los cautivos no solo nutrieron el servicio doméstico, sino también el artesanal: el sastre valenciano Joan Calp compró en 1444 cuatro musulmanes por 187 florines de oro o 103 libras de plata. Por aquel entonces se tasaron nueve cautivos musulmanes en 380 florines o 209 libras, a razón de un poco más de 23 libras por persona.
Para lograr el rescate, el rey accedió a la solicitud de algunos de pedir limosna para pagarlo, uno de los objetivos del cautiverio en las guerras de la época en el mundo cristiano y en el islámico. Azmet Araffi de Novelda lo tuvo para requerir unos 50 florines en 1443. El precio de la libertad no era barato.
La llegada de cautivos musulmanes reforzaba en teoría la población islámica en el reino de Valencia, pero creaba sensibles problemas en las comunidades mudéjares, más allá de la distinción legal hecha por las autoridades cristianas. La violencia esclavista es probable que frustrara la recuperación de una aljama mudéjar en la entonces villa de Alicante y provocó serias tensiones en el valle medio del Vinalopó, como puede verse en la efervescente Novelda de aquel tiempo. Al fin y al cabo, las acciones de piratería y de corso condicionaron fuertemente la vida de los mudéjares, más tarde moriscos, de la gobernación de Orihuela.
Fuente.
ARCHIVO DEL REINO DE VALENCIA.
Mestre Racional, nº 4555.