GUILLEM DE PLANA, FINANCIERO DEL CONQUISTADOR JAIME I.

13.12.2016 18:55

                

                En 1258 Jaime I combatía al tenaz Al-Azraq. Renunció a toda tregua con él y le tomó los castillos de Planes, Pego y Castell de Castells. El musulmán tuvo que rendirse finalmente y hacer entrega de la fortaleza de Alcalá, entre otras.

                La campaña no había sido fácil ni barata y Jaime I tuvo que contraer importantes préstamos para disponer de dinero líquido. Los más acaudalados ciudadanos de la naciente Valencia cristiana hicieron buenos negocios con el Conquistador por razones bien diversas. Servir al rey de esta manera abría las puertas de su promoción social.

                Tal fue el caso del prohombre Guillem de Plana. Jaime I reconoció las deudas que contrajo con él a 4 de julio de 1259.

                Durante las vistas que el monarca había tenido con su yerno Alfonso X de Castilla requirió unos 8.966 sueldos. El castellano era entonces un adversario más o menos encubierto del aragonés, acusado en ocasiones de favorecer a Al-Azraq, y presentarse con el boato más espléndido era un arma política estimable, propia de caballeros generosos dispuestos a abrir con prodigalidad su bolsa a sus fieles y amigos.

                El asedio de la fortaleza de Alcalá exigió otro préstamo de 7.242 sueldos. La custodia de las posiciones fuertes ante el enemigo también devoró sus buenos dineros, especialmente cuando se libraban sus alcaidías a costumbre de España o a cambio de una retribución atenta al cumplimiento de los deberes militares. La del castillo de Ibi, encomendado a Berenguer de Plana (familiar de Guillem), costó 4.000 sueldos y la del de Perputxent otros 2.377.

                Para sufragar tales dispendios Jaime I llegó a obligar las rentas de los castillos y villas de Peñíscola y Perputxent, así como las de distintos establecimientos en Valencia como hornos, pescadería, carnicería, etc. Aun así, se le prometió a Guillem de Plana concederle 150 sueldos anuales por los seis hombres que dispusiera en la guarnición de Peñíscola. Este verdadero contratista militar de Jaime I se tuvo que atener en ocasiones a las estimaciones hechas por inspectores reales, como Domingo de Monzón en relación al castillo de Perputxent. La organización financiera y la militar fueron de la mano en los tiempos de la conquista de las tierras valencianas.