LA ACTIVA JIJONA DEL SIGLO XVII. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
Todo municipio aspiraba a destacar dentro de su reino, con edificios y dominios que dieran cumplida muestra de su importancia ante los demás. Jijona era una villa que había marcado los primeros límites meridionales del reino de Valencia, diferenciándose entre la gran procuración o gobernación de antes de llegar a la misma de la que se extendía más allá, posteriormente llamada de Orihuela.
Con voz y voto en el brazo real de las Cortes valencianas, presentó sus reclamaciones en las de 1645, las últimas que se convocaron en el reino de Valencia. Jijona y sus gentes se encontraban comprometidas por importantes gastos, en un tiempo ciertamente adverso. Se había acometido el alzado del templo arciprestal de la Asunción, su castillo necesitaba importantes reparos y se requería un hospital en condiciones, pues Jijona era un lugar de mucho paso de soldados y de gentes presas conducidas a la ciudad de Valencia.
Se intentó conseguir dinero por medios muy propios del Antiguo Régimen, como el otorgamiento de un estatuto de milicia y nobleza, cuya venta serviría a los gastos de la arciprestal. Se quiso que el alcaide del castillo fuera un natural de la villa, pues así podría destinar a reparos la mitad de su retribución de cincuenta libras. Para el hospital se pidieron quince libras del derecho del peso y otras cinco del tercio diezmo.
Durante un tiempo, Jijona fue señora del lugar y castillo de Ibi, oponiéndose a sus intentos de segregación. Su relación con la misma Ibi, Castalla, Tibi y Relleu no fue sencilla, pues exigió que compartieran las cargas de bagajes y alojamientos de soldados y presos, exigiéndoselas el justicia y los jurados jijonencos. También pidió compensaciones por acudir al socorro militar de la plaza de Alicante.
Precisamente, las elecciones anuales de los oficiales municipales no dejaron de plantear problemas, solicitándose que se hicieran públicamente ante el consejo y sin la intervención del baile, cuyas ordenanzas habían impedido entrar a los vecinos en las tierras no cultivadas de montañas y barrancadas. Jijona también trataba de fortalecer su poder agrario, acreditando su temperamento activo.
Fuentes.
Lluís Guia, Cortes del reinado de Felipe IV, II. Cortes valencianas de 1645, Valencia, 1984, pp. 367-373.