LA COLONIZACIÓN CRISTIANA DE DENIA Y SU COMARCA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
Denia había encabezado una de las taifas en las que terminó dividido el territorio del califato de Córdoba, y en tiempos de los almohades todavía era un importante centro comercial y portuario, capaz de vertebrar unas tierras bien pobladas. En los distritos de Denia se encontraban castillos como el de Pego o Calpe, que controlaban una serie de alquerías y otros núcleos como los rahales.
La dominación cristiana no prescindió aquí de la población islámica. El 9 de mayo de 1245, Jaime I concedió los fueros y privilegios de Valencia al castillo y villa de Denia. A sus pobladores cristianos se les permitió tributar sólo tres dineros por todo género a vender por tierra o mar, con la excepción de las cargas de harina y avena, exentas de pago. Lo recaudado se dedicaría a las obras del castillo y de la villa.
Más allá de este primigenio núcleo cristiano, los musulmanes todavía eran muy importantes, y se debía recurrir a ellos en innumerables transacciones mercantiles, ya fuera como transportistas o comerciantes. Consciente de ello, un inquieto Jaime I (enfrentado con Al-Azraq) asignó en el segundo repartimiento del reino de Valencia lotes de tierras a grupos de pobladores cristianos en los términos de los castillos de Calpe y Altea, hacia el 1249. Así pues, Calpe y sus siete alquerías fueron entregadas a unos veintiocho compañeros de armas o asociados; es decir, un grupo que había tomado parte en las guerras de conquista. Algunos llegaron a ser agraciados con concesiones de hasta siete jovadas o veintiuna hectáreas.
En los siguientes años, a despecho de la insurrección mudéjar en el vecino reino de Murcia y en otros dominios castellanos, la colonización cristiana no parece haber hecho grandes progresos. Hemos de llegar al 6 de junio de 1273 para que se ordenara por parte de Jaime I al baile de Denia Simó Guasc la fundación de Vilanova del Palmar, cuyos futuros pobladores quedarían exentos por cinco años de peita, questia, monedaje, hueste y cabalgada, junto a su redención.
Tales intentos no dejarían de complicar las relaciones entre cristianos y musulmanes, que terminaron luchando entre sí en varias áreas del reino de Valencia. Pedro III comenzó su reinado guerreando aquí, y el 11 de agosto de 1277 concedió al almocadén de Denia Bernat Durán, cabeza de un grupo de cien guerreros, Teulada, Moraira y Rahal de Benimarxó, junto a las heredades de Benimarag, Albinyen y Aleyem. Volvía a repetirse la operación anterior de asentamiento militar, germen de una nueva vida civil, que quizá calmara las aguas. No obstante, prescindir de los mudéjares era muy oneroso, y el 3 de julio de 1279 Pedro III les concedió protección para poblar los términos de Denia.
En un momento de dificultades sociales y políticas en otros puntos de sus dominios, Pedro III optó por impulsar la repoblación en el frente de la actual Marina Alta. El 11 de septiembre de aquel 1279 otorgó a cuatro ciudadanos de Barcelona (Berenguer Suau, Jaume Puig, Guillem y Bernat Pelegrí) el castillo y el valle de Pego. A cada poblador debían asignarle seis jovadas de tierra y diez a cada uno de los veinte prohombres barceloneses que escogieran. Todos gozarían de las franquicias de Gandía de lezda y peaje. Cada uno de enero, se debería de pagar al rey diez sueldos por cada jovada de tierra, destinándose los dineros a alzar sus casas. Tampoco ninguno podría enajenar sus bienes durante diez años, ni venderlos a clérigos o caballeros. Se pretendía un compromiso fácil en una tierra tan seductora como difícil.
Fuentes.
Enric Guinot, Cartes de poblament medievals valencianes, Valencia, 1991, Documentos 63, 159, 181, 183, 189, 192 y 196.