LA CONDICIONADA MOVILIDAD DE LOS MUDÉJARES. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

21.09.2022 12:58

               

                La población musulmana del reino de Valencia suscitó temor entre las autoridades y la población cristiana en más de una ocasión, pues se consideró que tomarían las armas en rebelión o marcharían a países islámicos, que se verían favorecidos con su llegada.

                Sin embargo, la movilidad de los mudéjares era muy necesaria si se quería conseguir mayores rentas de ellos. En 1337, Pedro IV de Aragón se dirigió a sus oficiales y súbditos, tanto a los presentes como a los venideros, para que respetaran el salvoconducto de los de Eslida hacia el lugar de Artana, que se trataba de vigorizar. Precisamente, el castillo de Artana había formado parte de los dominios de Guillem Romeu, que tuvo dificultades para pagar sus deudas a Jaime I.

                Consciente de la importancia de tolerar ciertos movimientos, el infante don Martín (hijo de Pedro IV) autorizó en 1379 a los de Eslida a poder peregrinar a la meridional Adzeneta a venerar la tumba de un renombrado santón.

                No en vano, los mudéjares de Eslida pagaban cuantiosas sumas de dinero a sus señores, como los 6.971 sueldos de censal asumidos por su aljama, alquerías y lugares, que entrañaba un desembolso anual de 348 sueldos. Las gracias no eran precisamente gratuitas.

                Fuentes.

                ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

                Cartas reales, Pedro IV, 0013.