LA CREACIÓN DE UNA COMUNIDAD MUDÉJAR. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

24.10.2021 12:16

               

                La repoblación del reino de Valencia avanzaba en 1250, en puntos como Peñíscola, Borriol o Morella. En agosto de aquel año, Jaime I otorgó condiciones a los musulmanes de la Vall d´Uixó.

                Se trataba de un verdadero convenio feudal, acogido a Dios piadoso y misericordioso, con una oración hecha por nuestro señor Dios sobre todos los apóstoles. Así concedía Jaime el privilegio a los musulmanes que recibía bajo su fe, limando asperezas religiosas.

                El espacio a organizar era el de la Vall de tiempos islámicos, con sus alquerías y términos, dominado por su castillo, que debería de ser entregado por los musulmanes. Sus crímenes, penas y deudas a ciertos judíos serían perdonados, en un verdadero borrón y cuenta nueva.

                Bajo el referente legal de la Sunna, tan importante para los vínculos matrimoniales, se aseguraba la pervivencia de la comunidad islámica local. Los padres podían enseñar sin restricciones el Corán a sus hijos. Las mezquitas dispondrían libremente de sus rentas. No se convertiría forzosamente al cristianismo a nadie. Tampoco sería lícito el poblamiento del territorio con cristianos. Tal comunidad nombraría su cadí y alamín, además de juzgar todas las cuestiones del regadío según sus normas.

                Sin embargo, quien lo deseara podía marchar a tierras musulmanas, vendiendo sus bienes a sus correligionarios. Se exigía, no obstante, que no se trasladaran a tierras de guerra, donde combatir a los de Jaime I.

                El trato fiscal dispensado también fue benévolo, pues debían tributar los derechos acostumbrados en época islámica, en concreto la de los almohades. El derecho sobre las colmenas y el ganado se satisfaría a razón de uno por cuarenta. Serían francos de la cosecha de los árboles y de las hortalizas, excepto de lo que fuera vendido. En el año que seguiría a la entrega del castillo, gozarían de franquicia tributaria. Finalmente, pagarían al rey la octava parte de sus frutos, además de alguna pecha o demanda.

                Jaime I estaba interesado en la consolidación de aquella comunidad, reconociéndoles el derecho a la libre circulación por sus dominios, apuntando en particular a la compra de cereal para la simiente. Tal posibilidad, además, facilitaría la conservación de sus terrazgos y ganados en puntos como Nules o Almenara.

                Las condiciones entonces ofrecidas eran ciertamente atractivas, fruto de la necesidad, pero con el tiempo el trato dado a los mudéjares fue empeorando.                 

                Fuente.

                Ambrosio Huici Miranda y María de los Desamparados Cabanes, Documentos de Jaime I de Aragón, Valencia, 1976, pp. 362-364.