LA DESCONFIANZA ENTRE VALENCIA Y PARTE DE SU REINO DURANTE EL INTERREGNO DE 1410-12.

09.02.2016 22:37

                

                El 31 de mayo de 1410 murió sin descendencia directa y sin sucesor reconocido el rey Martín I, lo que ocasionó una complicadísima situación en sus Estados. La solución finalmente dada en el Compromiso de Caspe de 1412 ha sido muy controvertida y ha dado pie a un dilatado debate historiográfico, pero lo cierto es que a comienzos de 1411 muchos de los coetáneos distaban de ver una solución satisfactoria al interregno.

                

                Con una gran complejidad interna y fuertes compromisos exteriores, la Corona de Aragón podía haberse visto completamente desgarrada por una guerra civil a gran escala de la que sus vecinos podían haber obtenido provechos territoriales. La voluntad de negociación, pese a todo, se acabó imponiendo en este caso, algo que no resultó nada fácil.      

                Desde el parlamento de Cataluña se intentó dar una respuesta pacífica a la situación en 1410 en compañía de los representantes de Valencia y Aragón. A tierras valencianas se envió una embajada para que fuera atendida por la reunión de brazos o estamentos del reino.

                Tal reunión parecía misión imposible a finales de aquel año, pues las parcialidades aristocráticas desgarraban el territorio. El gobernador Arnau Guillem de Bellera había tomado el partido de los grupos ligados a los Vilaragut y sostenía una hostilidad declarada con Bernat Centelles.

                La embajada del parlamento catalán no podía ser atendida con grave quebranto de la situación general y desde el obispado de Valencia se hicieron llamadas a la reconciliación. Al final se lograron alcanzar unas treguas entre los contendientes, de las que Pere de Vilaragut desconfió con viveza.

                Temía que solo sirvieran para que los barones de fuera de la ciudad de Valencia, decantados mayoritariamente por los Centelles, pudieran irrumpir en la capital con grandes compañías armadas. Esta rivalidad entre el Cap i Casal y el resto del reino también se hizo evidente entre los representantes del realengo y los eclesiásticos, desconfiados del poder de la capital.

                Hasta que los barones no dirimieran sus diferencias nadie quiso reunirse. Las conversaciones de Torrent entre aquéllos tuvieron buen resultado y el 15 de enero de 1411 la embajada fue escuchada en el Real de Valencia. Claro que los barones de fuera de la capital dijeron que antes de consentir nada tenían que tratar directamente con sus representados. La hostilidad volvió a encenderse al poco y volvió a manifestarse la desconfianza de una buena parte del reino con la ciudad de Valencia.