LA FEROZ SENTENCIA VALENCIANA (1464).

19.07.2015 19:33

                Los actuales Estados europeos disponen de ministerios encargados de las cuestiones militares a todos los niveles. Salvo en caso de una ocupación enemiga de su territorio, no se confiaría a las autoridades locales tales menesteres.

                En los siglos XIV y XV las cosas eran muy diferentes, ya que los reyes dependían enormemente de la colaboración de sus fieles y vasallos, no siempre sencilla ni asequible. Los municipios estaban dotados de grandes atribuciones militares en materia de ordenación, vigilancia, provisión, movilización y cumplimiento.

                                                   

                Ante un enemigo del rey y del reino la decisión resultaba más o menos mecánica, pues se trataba de seguir las normas y los usos acostumbrados. Sin embargo, la cuestión se complicaba enormemente cuando se producía un conflicto interno. El municipio de turno o sus grupos rectores podían seguir el partido que más favorable les resultara, lo que a veces ocasionaba luchas municipales internas.

                Entre 1462 y 1472 los catalanes libraron una compleja guerra civil, que fue seguida con enorme preocupación por los otros pueblos de la Corona de Aragón. El 10 de junio de 1462 se depuso en Barcelona a Juan II y en julio entraron por el coll de Panissars en su ayuda unos 18.000 franceses, los enemigos tradicionales, que maltrataron a los catalanes. El 20 de septiembre se alzaron banderas en Barcelona por el rey de Castilla don Enrique como príncipe. Contó con algún seguidor en el reino de Valencia.

                                                

                El 11 de diciembre Jaime de Aragón y Arenós y su hijo Alfonso anunciaron en la ciudad Valencia a través de papeles su intención de seguir al rey castellano. El 18 de enero de 1463 ocupó don Jaime el castillo de Eslida. También lograría tomar Almazora con ayuda castellana.

                                                     

                El rey castellano no entró finalmente en guerra con su pariente Juan II, ante el temor a la Francia de Luis XI. Así pues, en 1464 los contrarios a Juan II ofrecieron la corona a don Pedro de Portugal, el hijo del conde de Ceuta. Tropas aragonesas lo asediaron en Lérida, donde ejercía la capitanía de guerra.

                El municipio de Valencia, como los del resto de su reino mayoritariamente, siguió la causa de Juan II, aunque tomar la decisión no resultó sencillo tras lo acontecido pocos años antes con el príncipe de Viana.

                Se solemnizó su posición política y militar reuniendo su consejo general, en el que se dictó sentencia el 17 de julio de 1464 a foc i a sang contra los enemigos don Jaime de Aragón y sus seguidores. De esta manera las tropas ciudadanas, la host, podían proceder con crueldad contra los que cuestionaban la autoridad legítima. Una vez más la guerra era una derivación de la política, con sus propios rituales.

                Se sacó la simbólica bandera municipal y se puso en la ventana del archivo. El virrey subió al campanario y clamó hasta tres veces a foc i a sang. El 21 de julio se dispuso la bandera contra don Jaime, saliendo de manera protocolaria por el portal de las torres de Serranos. Se entregó al justicia, en medio de los ballesteros del centenar de la pluma, como portaestandarte. Se introdujo en un estuche protector al salir en campaña, depositándose otra más sufrida de estameña en manos del justicia.

                                                        

                El 19 de agosto don Jaime se entregó a las fuerzas valencianas. Fue encarcelado en el castillo de Játiva, mientras su hijo logró escapar. Murió preso un día 1 de febrero de 1465 aquel contra el cual fuera dictada sentencia a foc i a sang.

                Fuente: Dietari del capellà d´Alfons el Magnànim. Edición de Vicent-Josep Escartí, Valencia, 2001, pp. 170-178.