LA INDULGENCIA DE LA PESTE (1375).

07.07.2015 17:10

                La Baja Edad Media estuvo marcada por la cabalgada de uno de los cuatro jinetes del Apocalipsis, la peste, que se abrió paso en una Cristiandad marcada por los problemas sociales en las ciudades y en el campo y la carencia de medios eficaces contra la enfermedad más allá de la huida y el aislamiento.

                            

                Las ciudades albergaron importantes agrupaciones de eclesiásticos seculares y regulares, mucho más que el entorno rural, al calor de sus rentas. En ciudades como Valencia se levantaron importantes iglesias, comenzando por la catedral, y conventos. El estilo de vida de muchos eclesiásticos era inminentemente urbano y no pocos de ellos cayeron ante los embates de la peste. Los que escapaban de la atención espiritual de los fieles a punto de perecer quedaban marcados por la infamia.

                Entre los miembros del capítulo catedralicio de Valencia hubo muchos familiares de los poderosos que regían la ciudad. Los jurados intentaron conciliar la atención espiritual y la seguridad de sus más allegados recurriendo al Papa.

                El 9 de mayo de 1375 los jurados de la capital avisaron por carta a los oficiales y municipios del entonces obispado valentino de una indulgencia del Papa.

                El francés Gregorio XI (1370-78), enfrentado con los florentinos y sus aliados los Visconti, accedió a conceder a sus gentes una indulgencia de cuatro meses desde que comenzara la epidemia. Todos aquellos a punto de morir no tendrían necesidad de la confesión y de la extremaunción sacerdotal en atención a las circunstancias.

                En la bula de indulgencia papal no se contemplaron todos los pecados, pues la peste no franqueaba todas las puertas del cielo, o del purgatorio al menos.

                Fuente. Archivo Municipal de Valencia, Lletres missives, g-3/3, folios 175r-175v.