LA INFLUENCIA DE LA CONQUISTA Y REPOBLACIÓN DE VALENCIA SOBRE TERUEL.
La conquista a los musulmanes de las tierras que se convertirían en el reino de Valencia tuvo también enormes repercusiones, como no podían ser de otro modo, en las áreas cercanas, fronterizas a comienzos del siglo XIII con el gran imperio de los almohades. Su hundimiento final dio pie a una gran cantidad de cambios en la sociedad de Teruel, erigida nuevamente en 1171 por Alfonso II de Aragón ante la dominación almohade de la ciudad de Valencia.
La vida en aquellas tierras, tanto desde el lado cristiano como del islámico, estaba llena de peligros, pero la colaboración entre ambos no era tan infrecuente como puede parecer a primera vista, especialmente en materia de explotación ganadera, por muy condicionada que estuviera.
Los turolenses participaron en la conquista y tras la entrada de Jaime I en la ciudad de Valencia, un número importante de sus gentes probaron fortuna en las tierras recién ganadas como repobladores. Pocos meses después de su toma, un grupo de ellos recibió casas entre las puertas de Alcántara y Bebalhaix. Aunque varios jueces turolenses no terminaron de hacer efectivas sus donaciones en tierras valencianas, el impacto de la repoblación de Valencia sobre Teruel va más allá del simple asentamiento de parte de sus gentes en otras tierras. Teruel potenció su ganadería, ganó en riqueza, su sociedad se hizo más compleja y sus instituciones acusaron los cambios.
Además de confirmar el dominio de sus términos concejiles generales, el Conquistador autorizó a los turolenses el 18 de marzo de 1239 a fundar pueblas en sus tierras situadas en el camino a Valencia. Desde Castellón de Játiva, cuando todavía la conquista no había concluido, Jaime I aprobó la modificación de un punto del fuero de Teruel, acerca de la manera de jurar, el primero de noviembre de 1243, teniendo presente la contribución de sus vecinos a las campañas reales. En 1247 se terminó de configurar su fuero, cuya primera fecha data de 1177.
Los rebaños de ganado constituyeron una de las principales fuentes de riqueza de los hombres de los concejos de frontera de la península Ibérica por razones muy variadas. El 5 de febrero de 1246 el rey reguló el cobró del herbaje a las reses de Teruel que pastaran en tierras del reino de Valencia. Por cada mil ovejas parideras se pagarían seis carneros, una tasa que se ajustaría en proporción a su menor o mayor número. Se exceptuó a otras variedades de ovejas. Cada res vacuna mayor de un año debería contribuir con 3 dineros jaqueses. A los defraudadores se les aplicaría el duplo de lo que tenían que haber tributado. La conquista alentó la trashumancia también en este sector hispánico. La complejidad de los quehaceres ganaderos queda reflejada en las categorías de yugueros, pastores, rabadanes y cabañeros recogidas en el fuero turolense.
Los negocios ganaderos fortalecieron la riqueza de sus prohombres, capaces de mantener corcel guerrero y armadura completa de cotas de malla, al estilo del siglo XIII, algo que un monarca tan combativo como Jaime I no ignoró. El 13 de enero de 1256 eximió a los guerreros montados de Teruel de impuestos como la peita, la questia, la redención del ejército, hueste y cabalgada. Su actividad militar pasó de la obligación al consentimiento a cambio de una retribución al hilo de la desaparición de la vieja frontera valenciana con el Islam. En Castilla se dio un proceso muy similar de enfranquecer a los caballeros municipales en los primeros años del reinado de Alfonso X el Sabio.
Mientras tanto Teruel se transformaba. Su mercado ganó en importancia y las gentes de sus aldeas reclamaron mayor protagonismo en su vida pública. El 26 de octubre de 1265 Jaime I estableció que el camino entre la localidad y Valencia pasara por Segorbe. En estas circunstancias nada debe de extrañar la buena acogida que en Teruel tuvo el requerimiento de ayuda del Conquistador para la campaña de Murcia, muchos de cuyos mudéjares se habían alzado en armas contra Alfonso X y amenazaban la estabilidad del reino de Valencia, a diferencia de lo que sucedió en otras tierras del reino de Aragón, donde sus nobles se encontraban muy contrariados por el giro tomado por la repoblación valenciana.
Consciente de su ayuda y de su contribución, Jaime I tuvo otro gesto con Teruel en tierras valencianas antes de emprender su último combate. En los capítulos de paz y tregua del 26 de febrero de 1274, aprobados en Gandía, protegió expresamente la seguridad de los ganados turolenses que acudían anualmente a los pastos valencianos. Además de rendir buenos dineros, como los musulmanes sometidos a su autoridad, reforzaban la fidelidad de sus propietarios, mejor dispuestos que otros a ayudarlo en un reino que no era ningún remanso de paz.