LAS PETICIONES DE UN CABALLERO DE MONTESA PARA DEFENDER EL REINO DE VALENCIA.

11.05.2019 18:28

                La orden de Nuestra Señora de Montesa había participado en las empresas militares de los reyes aragoneses y se había singularizado en la defensa del reino de Valencia, donde se extendían sus dominios territoriales. En 1588 su maestrazgo fue incorporado a la corona real y los caballeros de Montesa tuvieron que obedecer directamente al rey, que dejó de celebrar sus capítulos o asambleas generales cada tres años. Cuando Felipe IV acudiera al reino de Valencia a celebrar cortes generales, se le solicitó que aprovechara la ocasión para hacerlo.

                Sus caballeros, pues, sirvieron a los Austrias. Tal fue el caso de Diego Pareja Velarde, que al principio estuvo en el belicoso Flandes y más tarde se convirtió en corregidor de Salamanca, donde consiguió una mayor contribución tributaria de la ciudad. Solicitó en 1619, en consonancia, una encomienda vacante de la orden y en el ínterin una buena ayuda de costa.

                La gran crisis de la Monarquía hispánica de mediados del siglo XVII obligó al reino de Valencia a hacer mayores esfuerzos militares, especialmente cuando los franceses entraron en Cataluña. La caída de Tortosa en 1648 puso de relieve sus debilidades, pues sus municipios y particulares se encontraban escasos de dinero. Al destinarse muchos fondos a Aragón e Italia, el virrey y capitán general de Valencia no podía salir en campaña con la nobleza y los tercios del reino. Sus naturales corrían el riesgo de perder reputación y de ser infamados por otros como negligentes.

                La cercanía de sus principales dominios al frente catalán preocupó sobremanera a los caballeros de Montesa. Sabían de la desprotección de muchas localidades abiertas a una invasión, carentes de las defensas adecuadas. Ante el Consejo de Aragón, se presentó como embajador del reino el caballero Jerónimo de Monsoriu en abril de 1650.

                La Junta de Guerra, encargada de atenderlo, requirió al Consejo si era lícito que se titulara embajador, pues no se había tolerado tal tratamiento a los enviados de Nápoles y Sicilia. Al final, se le dio por válido, al considerarse tradicionalmente embajador en Valencia una especie de mensajero que transmitía peticiones, a igual modo que en Cataluña.

                El de Monsoriu pidió que al reino se le concediera una ayuda de veinticinco a treinta mil ducados para movilizar debidamente sus fuerzas armadas. Aquel dispendio era mucho mejor y más económico que permitir una invasión que arruinara el real patrimonio.

                Más allá de las simples batallas, los caballeros de Montesa, por ende, demostraron ser eficaces servidores y observadores clarividentes de la defensa del reino de Valencia, a la altura del saber militar de su tiempo en toda su extensión.