LOS CABALLEROS DESDEÑAN SER SOBRECEQUIEROS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

30.11.2025 11:25

 

               La gestión de las aguas tenía un lugar destacado en el bien público y el buen gobierno de las comunidades de la Europa del Antiguo Régimen, especialmente cuando el agua no abundaba todo lo que sería de desear. Tal era la situación de la ciudad de Alicante a finales del siglo XVI, con una agricultura de fuerte orientación comercial.

               Según el privilegio otorgado por Felipe II el 30 de noviembre de 1596, los jurados y el consejo de Alicante eran los jueces administradores de las aguas vivas que discurrían por la acequia del concejo y de las represadas del nuevo riego del pantano. Tal jurisdicción se ejercía a través del sobrecequiero, oficio escogido entre los insaculados la víspera de la Pascua del Espíritu Santo o de Pentecostés. Se dispuso la alternancia entre los caballeros y los ciudadanos de la mano menor, y en el reglamento del 25 de septiembre de 1600 se sustanciaron las cuestiones de jurisdicción del baile real sobre el pantano.

               Las ordenanzas del 14 de febrero de 1625 confirmaron lo establecido, pero en las Cortes valencianas de 1645 los representantes de Alicante se quejaron al respecto. Los caballeros insaculados no querían concurrir al oficio de sobrecequiero por ser su salario escaso y aprovechar poco su función, a su criterio, decantándose más por el de justicia y el de almotacén, más sustanciosos.

               En vista del perjuicio ocasionado al bien público, se propuso al rey que a sobreacequiero sólo concurriera los caballeros y los ciudadanos de la mano mayor, de manera alternativa. Los de la mano menor quedarían excluidos en consecuencia. Así pues, cuando los caballeros ocuparan los oficios de justicia y almotacén, el de sobreacequiero correspondería a los de la mano mayor, y a la inversa al año siguiente. Le gustó al rey tal idea, pero las ordenanzas de 1669 volvieron a la alternancia de los caballeros con los ciudadanos de la mano menor. La idea expresada en las Cortes no prosperó, acreditando que más de un ciudadano de la mano mayor albergaba tendencias caballerescas.

               Fuente.

               Lluís Guia, Cortes del reinado de Felipe IV. II Cortes Valencianas de 1645, Valencia, 1984.

               Ordenanzas municipales de Alicante, 1459-1669. Edición de Armando Alberola y María Jesús Paternina, Alicante, 1989.