LOS DERECHOS DE AUTOR DE CERVANTES EN EL REINO DE VALENCIA.

20.02.2017 15:49

                

                Uno de los libros que mayores veces han merecido los honores de la imprenta ha sido El Quijote, traducido a múltiples idiomas. Desde esta óptica, bien podemos decir que en la difusión de la magna obra cervantina todavía no se ha puesto el sol.

                Cuando don Miguel publica la que al final será la primera parte de su novela, el castellano gozaba de un gran aprecio en Europa Occidental, mereciendo la atención de las personas de cultura. En los reinos hispánicos también el castellano disfrutaba del favor de los círculos intelectuales y dirigentes más allá de Castilla también por razones añadidas de autoridad política, ya que la Corte se emplazó en el integrante entonces más fuerte de la Monarquía hispana. La preferencia por el castellano en algunos discursos municipales o en la predicación de cuaresma de algunas localidades alzarían las críticas de los defensores de su idioma particular en territorios como el reino de Valencia en el siglo XVII.

                La imprenta valenciana, la primera de las Españas cronológicamente, venía editando distintas obras en castellano y a Miguel de Cervantes no se les escapó la oportunidad, una vez logrados todas las licencias oficiales, que no era poco.

                El procurador de los negocios editoriales de Cervantes en Valencia fue un hombre con posición e inquietudes literarias, el jurado de la ciudad de Valencia Melchor Valenciano de Mendiolaza. A 9 de febrero de 1605 el virrey de Valencia, Juan de Sandoval y Rojas (marqués de Villamizar y hermano del célebre valido de Felipe III), otorgó la licencia de impresión del Quijote en beneficio de su autor, so pena de 500 florines de oro de Aragón para los infractores. La obra daba buenos réditos y atrajo a impresores que querían ganar dinero fácil a través de lo que hoy en día llamaríamos copias piratas. Se encomendó al librero Francisco de Robles el 11 de abril de 1605 la impresión. 

                Cervantes consiguió también permisos de impresión para los otros reinos de la Corona de Aragón y para Portugal, donde su novela llegó a imprimirse sin la preceptiva licencia favorable a su autoría, lo que encendió las alertas. Consciente del riesgo, Cervantes acudió a las autoridades y el 29 de julio de 1605 el secretario del virrey, Francisco de Mondragón, se erigió en el custodio de sus derechos en el reino de Valencia. La universal obra iniciaba su andadura con éxito editorial.