LOS JINETES DE LA COSTA VALENCIANA SON REQUERIDOS FUERA DEL REINO. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

30.09.2019 09:14

                La defensa de la costa española en tiempos de los Austrias no fue una tarea fácil, pues a su extensión y dificultad geográfica se sumó la falta de fuerzas suficientes para enfrentarse a las rápidas incursiones de los corsarios de las regencias otomanas del Norte de África. Paradójicamente, el mayor poder militar de Europa Occidental entre los siglos XVI y XVII padecía severos problemas de desprotección. La defensa terrestre y estática en el frente mediterráneo tuvo un elevado coste económico y humano, que no siempre se coronó con el éxito deseado.

                El reino de Valencia acusó con particular intensidad tal problema. Sus cincuenta jinetes de la costa se encargaban de acudir a atajar los peligros, con todas sus limitaciones. Por si fuera poco, se le requirió para actuar en otros escenarios bélicos, más allá de los límites del reino, algo que se reiteró a lo largo del siglo XVII, con tantos compromisos militares abiertos.

                En el verano de 1632 se requirió a la compañía valenciana de caballería que acudiera a Barcelona, donde el cardenal infante (el hermano de Felipe IV) nombraría capitán. Se postuló ante el Consejo de Aragón el valenciano don Cristóbal de Cardona, capitán de una compañía de infantería española en los Estados de Flandes. Su experiencia militar entre 1626 y 1636 lo hizo bienquisto al Consejo de Aragón y al de la Guerra.

                A 1 de septiembre de 1632 el marqués de los Vélez, virrey de Valencia, apuntó los inconvenientes del traslado, por mucho que los jinetes fueran gente prevenida y escogida. El socorro económico dependía de la Junta de los Veinticuatro de la Generalitat, en severos aprietos materiales.

                Ya de por sí los soldados lanza y adarga de la compañía no ganaban más de cinco ducados mensuales por la comodidad de estar cercanos a sus casas y de disponer de sus propios caballos, pero de salir del reino de Valencia no se les podría pagar tan modesta suma.

                Con todo, la compañía acudió a Barcelona y más tarde al reino de Navarra, antes de 1637, y se les requirió en Vitoria en 1638. Eran las cosas de ser jinete de la costa.

                Fuentes.             

ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN. Consejo Supremo de Aragón, Legajo 0567, número 005.