LOS MUDÉJARES NO PUEDEN TIRAR A LOS DADOS NI JUGAR LIBREMENTE.

17.06.2019 16:58

                Algunos matemáticos han afirmado recientemente que Dios juega a los dados. Tal planteamiento de la matemática del caos, en el fondo no tan caótica al insistir en la importancia de las probabilidades, hubiera causado el estupor y la indignación de nuestros antepasados medievales, que llegaron a juzgar los juegos de azar un desafío a la voluntad divina, una verdadera torre de Babel que amenazaba al Altísimo en lo más sacrosanto.

                La Corona de Aragón se enfrentó a fines del siglo XIII a muchos problemas que hoy en día sabemos cómo se fueron resolviendo. En su tiempo, las cosas distaron de estar claras, como es normal. En 1283 las Cortes de Cataluña prohibieron las tahurerías o casas de juego y el Privilegio de la Unión de Aragón insistió sobre el particular. Lo cierto es que la tendencia fue compartida por municipios y aristócratas.

                En 1297 don Pedro Fernández de Híjar, nieto de Jaime I, vedó a sus vasallos mudéjares de Buñol el juego de los dados, practicado en las alhóndigas o casas de servicio y hospedaje de comerciantes y viajeros, con gran tradición en el mundo islámico. Como ha apuntado Febrer Romaguera, invocó el Derecho musulmán, el de la Sunna, al modo del tiempo del Miramamolí, el del califato de los almohades, un referente que también aparece en otros documentos coetáneos, desde acuerdos a cartas pueblas. Da la impresión, con todas las cautelas, que las mismas zozobras inquietaban a musulmanes y cristianos de la Valencia de aquellos años.

                Lo cierto es que don Pedro no fue un vasallo sumiso de Jaime II en su guerra contra Castilla, no acudiendo a veces a las llamadas militares que se le hicieron, por lo que terminó perdiendo su dominio de Buñol, que pasaría en 1304 a la reina doña Blanca de Anjou. En este caso, perdió a la hora de tirar los dados en el intenso juego de la vida.