LOS RELEVANTES CADÍES DE LOS MUDÉJARES. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

24.10.2020 16:33

               

                En las sociedades islámicas, la figura del cadí, del encargado de administrar justicia, es fundamental y en la Valencia mudéjar no lo fue menos. Los cadíes contribuyeron de manera decisiva al mantenimiento de las comunidades mudéjares y a la preservación de su identidad musulmana.

                Inicialmente, el cadí era nombrado en el Islam medieval por el califa, pero tal potestad terminó pasando a los sultanes que ejercían sus poderes civiles, que a su vez fueron asumidos por los reyes cristianos al recibir la obediencia de determinadas comunidades musulmanas, caso de la Valencia de Jaime I. Bajo aquellos monarcas, sus señores terminaron ejercitándola, dentro de los engranajes de la justicia feudal.  En 1329 Alfonso el Benigno le concedió su nombramiento a los que gozaran del mero y del mixto imperio.

                Los cadíes de los mudéjares valencianos dispusieron de sus propios servidores y registros o libros. Sin embargo, cuando un musulmán de su aljama entraba en litigio con un cristiano, el caso pasaba a un juez cristiano.

                En Cocentaina se estableció una importante comunidad mudéjar y su cadí Mohamet Abuhayr ejercía asimismo en 1273 su jurisdicción sobre Planes, Alcalá, Gallinera, Penáguila, Guadalest, Confrides, Polop y Tárbena, una importante área montuosa que se adentraba en la anterior zona de dominio de Al-Azraq. Indiscutiblemente, era una figura de relevancia, aunque sus sentencias podían ser apeladas ante la corte del cadí de Játiva, posible reminiscencia de la época almohade.  

                Los cadíes contestanos mantuvieron por bastante tiempo un área jurisdiccional extensa y en 1346 el cadí Azmet Guarat Nefa tenía poder al respecto desde Bellús, en el valle de Albaida, a Jijona, con la excepción del valle de Castellón de Rugat, Penáguila, Setla y la hoya de Castalla.

                Aquéllos fueron agentes del poder señorial, supervisando el pago de los impuestos y las transferencias de dinero a las sedes del mismo. En 1381, el cadí de Cocentaina extendió una carta de poderes al alamín (en nombre de la reina y señora Sibila de Fortiá) para organizar el establecimiento de la Torre de les Maçanes, con vistas al reparto de bienes, edificación de viviendas y percepción de derechos. Se trataba, en suma, de configurar una nueva comunidad islámica conforme a la ley musulmana, resultando imprescindible el cadí.

                Tal dignidad fue apetecida por los linajes más relevantes de las comunidades mudéjares, que a su modo ejercieron de prohombres de las mismas, con comportamientos a veces similares a los de los municipios cristianos. A finales del siglo XIV, asumió el cadiazgo de Cocentaina Azmet Attaz, cuya familia había ejercido el alaminazgo de la misma. Sin embargo, los Abuhayr o Aboharie no renunciaron a la dignidad. Caat Aboharie no dejó de ser una figura relevante, que en 1434 estuvo presente en la toma de posesión de Sella por el doncel Gispert d´Olms.

                Alcanzó una gran importancia, pero su poder no dejó de verse recortado, particularmente cuando su sentencia sobre la herencia de Caat Idrís fue apelada ante el cadí de Oliva, al ser acusado de favoritismo. Un sutil sistema de contrapesos no dejó de actuar para mantener en un lugar discreto a aquellos que pensaban que podían ir más allá de lo dispuesto a permitir por el poder feudal.

                Fuentes.

                ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

                Real Patrimonio, Mestre Racional, cuentas de la baronía de Cocentaina de 1378-82 (2648) y 1421-28 (2647).