LOS SOLDADOS Y CIERTAS COMPAÑÍAS FEMENINAS.

11.12.2016 12:49

 

                La vida del soldado ha sido accidentada. En los tiempos del Antiguo Régimen, cuando el servicio al rey se anteponía a otras condiciones, su imagen distó de ser favorable entre la población civil, que tuvo que cargar en numerosas ocasiones con su alojamiento, avituallamiento y transporte de sus bagajes. Mal pagados y expuestos a numerosos riesgos, los quisquillosos soldados mercenarios dispensaron en demasiadas ocasiones pésimos tratos a sus anfitriones, que más parecían enemigos que súbditos del mismo rey. Antes del establecimiento de los cuarteles de manera más sistemática en el siglo XVIII, el alojamiento de tropas se distribuía de manera desigual entre el vecindario afectado, origen de no pocos conflictos y disputas legales. En los reinos de la Corona de Aragón, dotados de leyes propias que limitaban ciertas peticiones y pulsiones de los soldados, el paso y acuartelamiento de las fuerzas reales favoreció el estallido de revueltas como la catalana de 1640.

                Tras la batalla de Almansa y la abolición de sus fueros, el reino de Valencia padeció el despliegue de las tropas borbónicas. En 1708 la situación valenciana inquietó sobremanera a los partidarios de Felipe V al temerse una nueva insurrección a favor de Carlos de Austria, cuyas fuerzas se encontraban sólidamente establecidas en Cataluña. Al descontento por la derogación de las antiguas leyes del reino, que alcanzó incluso a partidarios de los Borbones, se sumó el derivado de las nuevas cargas tributarias en unos años de pésimas cosechas.

                Por si fuera poco la moral de las tropas del rey Felipe despertó no escaso escándalo entre los eclesiásticos. Algunos de los mismos habían recriminado a los soldados de Carlos de Austria (no pocos de origen inglés, alemán, holandés y francés hugonote) de cometer penosos sacrilegios en los templos y actos deshonestos para la moral de la Contrarreforma. Consciente del valor de su apoyo para vencer finalmente en la guerra, el asesor general José Vicente Aguilar escribió el 30 de septiembre de 1708 a su señor el duque de Gandía para informarle de una serie de hechos.

                En la ciudad de Gandía las mujeres de mala vida servían de pasto a los soldados, que habían deteriorado el palacio y la casa de la señoría de Oliva durante su estancia. Mientras tanto el mariscal Ronquillo ordenaba a toda prisa la reparación de caminos y puentes.

                Se quejaba también Aguilar que los mozos y casados que frecuentaban a las prostitutas maltrataban a sus esposas y faltaban a las obligaciones de su estado, según queja de ciertos sacerdotes, que contemplaron con horror la adopción de este modo de vida soldadesco. Hemos de tener presente que muchos paisanos fueron requeridos para trabajar forzosamente al servicio del ejército borbónico, lo que les ocasionó no pocos percances en las proximidades de Denia. El trato de los mismos con los soldados se estrechó, lo que dio pie a riñas, pero también a amistades a partir de ciertas afinidades.

                En este ambiente enrarecido de imposición, el asesor general propuso una solución fácil, la del extrañamiento de aquellas mujeres convertidas en chivo expiatorio, tal y como se había practicado con la hermana del barbero de las Almoinas o las gitanas. El problema era recurrente, pues para varias mujeres la supervivencia pasaba por la prostitución. El final del reino foral de Valencia estuvo acompañado de notables sufrimientos humanos.

                Imagen idealizada de la guerra de Sucesión.