LOS VALENCIANOS EN LA CONQUISTA DE MÁLAGA (1487).

07.03.2017 19:49

                

                Don Fernando y doña Isabel, empeñados en conquistar el emirato de Granada, pusieron cerco a la gran ciudad de Málaga en 1487, uno de sus grandes activos por su importancia humana y económica derivada de su valía portuaria.

                El rey, caída la plaza de Vélez Málaga, ordenó marchar sobre Málaga. La artillería se trasladó por mar y por tierra sus batallas o grandes unidades militares. Dispuso su real o campamento en Bezmiliana. Las autoridades de Málaga desoyeron las ofertas de rendición.

                Se libraron duros combates entre ambos bandos y los cristianos apretaron el cerco de la ciudad. Atacaron uno de los dos arrabales de la ciudad con fuerza. En estas lides la pestilencia hizo estragos en la comarca y los musulmanes concibieron esperanzas que doña Isabel obligara a su esposo a alzar el real. Sin embargo, la reina acudió al campamento y se combatió la fortaleza de Gibralfaro, enlazada con la alcazaba por una coracha.

                Los musulmanes atacaron las naves cristianas en aguas del Estrecho para dañar el suministro de los sitiadores. Algunos de los cercados salieron de la plaza con noticias falsas para desorientar a sus rivales, que insistieron en su voluntad de apretar el asedio con el consiguiente despliegue artillero.

                Las noticias del cerco de Málaga habían llegado a las grandes capitales de la Corona de Aragón, como la ciudad de Valencia, y varios caballeros valencianos decidieron acudir al real donde estaban los reyes. Les movían sus deseos de lograr honores sirviendo a la monarquía. En la toma de Vélez Málaga ya habían descollado los valencianos Juan y Gaspar Fabra y Manuel de Ejarque. Málaga, por otro lado, ya había suscitado las miradas de los valencianos a lo largo del siglo XV, dada su importancia mercantil.

                El gran cronista Fernando del Pulgar cita expresamente a varias figuras. Don Joan Roís de Corella, conde de Cocentaina, acudió con una nao armada. El conde de Almenara y Aversa, Joan Francesc de Próixida, aportó otra nao de similares características. También participó el marqués de Denia, don Diego de Sandoval, del que no se especifica ninguna embarcación de combate. Se trataba de miembros de casas nobiliarias favorecidas por los Trastámara aragoneses por sus servicios en empresas como las luchas internas castellanas o la conquista del reino de Nápoles por Alfonso el Magnánimo, tío paterno de don Fernando, que ahora quisieron reverdecer sus laureles.

                Su aportación naval no era baladí, pues el alcaide del Puerto de Santa María Diego de Valera había propuesto a los monarcas en 1484 una armada real de al menos una carraca de 600 toneles, dos de 500, dos naos de 250, dos balleneros de 80 a 70, seis carabelas latinas y cuatro galeotas. El contador mayor de cuentas Juan Díaz de Alcocer se encargó desde 1484 de pagar el asiento o contrato de embarcaciones para la guerra granadina. A este respecto, la campaña de Málaga resultó decisiva para la forja de la armada de los reyes.

                La enumeración anterior se queda corta y sabemos que también acudieron a combatir en Málaga el maestre de Montesa Felipe de Aragón, el duque de Gandía Pedro Luis de Borja, el conde de Oliva Serafín de Centelles y Pedro Maza de Lizana, señor de Mogente, Monóvar, Chinosa, Novelda y otros puntos.

                Procedente de Cataluña, no del reino de Valencia, llegó Miquel Busquets con dos galeras  armadas. El mando supremo de las galeras correspondió al catalán Galcerán de Requesens.

                Al cerco de Málaga acudieron igualmente cuatrocientos caballeros del reino valenciano para acrecentar su fortuna y prestigio.

                Los nobles y hombres de armas valencianos, bien pertrechados, atesoraban una gran experiencia en las cosas de la guerra. Recomendaron a los reyes combatir por los puntos de la muralla derribados por la artillería.

                Durante el asedio de Málaga, que duró unos seis meses, los monarcas salieron indemnes de un atentado. El 18 de agosto de 1487 la plaza se rindió. En el triunfo final, además de los citados guerreros, tuvieron una gran importancia las naves procedentes del reino de Valencia que avituallaron a los sitiadores. Los servicios prestados ayudaron a Alicante en 1490 a obtener de don Fernando de Aragón el título de ciudad. A este respecto, la guerra de Granada fue una de las últimas empresas militares de la Edad Media valenciana.