PIRATAS Y COMERCIANTES.

26.05.2017 17:40

                

                La creciente llegada de navegantes de los puertos atlánticos y la piratería.

                A comienzos del siglo XV, la Europa atlántica dio buenas muestras de su vitalidad comercial. Tanto la Castilla del Cantábrico como Portugal participaron de tal movimiento y sus navegantes acudieron a los puertos del Mediterráneo en busca de distintos productos.

                El reino de Valencia les brindaba pasas, higos, azafrán, etc. Alicante era uno de sus puntos de salida, además del de los cautivos esclavizados por piratas de todo género. Embarcaciones de Cartagena y de los puertos cantábricos desembarcaban aquí sus presas norteafricanas. Entre 1422 y 1429 se llegó a ganar con el deleznable tráfico de seres humanos unos 49.390 sueldos o 2.469 libras reconocidas, 947 libras de 1431 a 1438 y 623 en 1440-57. Desde este punto de vista, el corso alimentó la primitiva acumulación de capital. La lonja de comercio iniciada en 1370 se terminó en 1430 con gastos de más de 652 libras.

                Ciertamente, el corso ocasionó graves problemas de inseguridad en la costa alicantina, lo que perturbó a las naves que surcaban las aguas desde los Países Bajos al Mediterráneo. En 1415 una flota musulmana desembarcó atacantes en la huerta de Alicante y en 1424 naves salidas de Valencia reclamaron la protección de los jurados alicantinos ante los corsarios portugueses que operaban desde Cartagena.

                La guerra de los infantes de Aragón.

                A diferencia de la guerra de los Dos Pedros, el enfrentamiento entre Aragón y Castilla de 1429-30 no pretendió dirimir la supremacía hispana, sino el predominio de los infantes de Aragón en Castilla.

                La gobernación de Orihuela se encontró nuevamente amenazada. En febrero de 1430 el adelantado de Murcia irrumpió con 400 caballeros y 5.000 peones y destinó ochenta de aquéllos a las órdenes del capitán Pedro de Soto para apresar personas y ganados en el término de Alicante, muy despoblado según informó el síndico Berenguer de Artès a Alfonso V en 1418.

                La fortaleza todavía debía ser reparada en distintos partes, como el albacar, y provista de armas. La bailía gastó en lo segundo unas noventa y ocho libras, en piezas como una bombarda de tres cañones de calibre y otra de uno.

                El 25 de junio de 1430 se suscribieron las treguas entre Aragón y Castilla, que entrarían en vigor el 10 de agosto para el sector de Valencia-Murcia, lo que aprovecharía el almirante de Castilla para descargar un golpe en su beneficio. En el combate de la Torre de l´Aljub el gobernador Pero Maça frustró su tentativa de desembarco al frente de la hueste de Alicante, cien guerreros de Orihuela y otras tropas. Fue una victoria muy celebrada, pese la modestia de la batalla.

                La fragilidad de la recuperación.

                Semejantes lances militares fueron una buena oportunidad para algunos hombres de armas, pero a nivel general perjudicó a muchos más. A su modo, pusieron de manifiesto que las bases de la recuperación económica eran muy precarias. La aduana pasó de tributar en 1428 unas cuarenta y seis libras a treinta y tres en 1430.

                La población se movió entre los 395 vecinos de 1415 y los 400 de 1427; o sea, un máximo de 1.800 personas. Los privilegiados fiscales supusieron el 11% de la población y los pobres el 57´7%, lo que cargaba sobre las espaldas del 31´3% el pago de los tributos reales.

                Veteranas soluciones para un Alicante en ciernes.

                Nuevamente los prohombres alicantinos insistieron en 1418 en que el rey no alienara la villa del real patrimonio, pues pasar a depender de otro señor podía amenazar su autoridad. Alfonso V estuvo dispuesto a mantener y recuperar los bienes enajenados del patrimonio, pero sus aprietos financieros le hicieron venderlos en más de una ocasión con pesar de sus súbditos.

                También se volvió a insistir en la defensa de las franquicias. Ante el peligro de hambruna, se emplearon los permisos de abastecimiento de grano de Orihuela desde 1432 a 1435. Se quiso evitar con aquéllas la competencia del puerto de Santa Pola, que solo debería de servir al tráfico de Elche y Crevillente según mandato real de 1434. Se unieron fuerzas con Orihuela en 1439 para frenar la actuación de un contabilizador de fuegos u hogares.  

                Con los portugueses ya bien establecidos en Ceuta, el tráfico de esclavos dispensó buenos beneficios hacia 1440. Otra vez se intentó animar una comunidad mudéjar en Alicante y en diciembre de 1430 se invitó a los musulmanes del Norte de Jijona a asentarse en su huerta. No se tuvo éxito. En 1448-51 los granadinos participaron activamente en los enfrentamientos del reino de Murcia, lo que puso en riesgo nuestras tierras. La caída de Constantinopla en manos turcas despertó intensos temores y en 1455 la morería valenciana fue asaltada. Precisamente para esta época de tensión tenemos noticia de veinte familias musulmanas en Monforte, también habitado por sesenta y nueve cristianas. La preferencia mudéjar por el valle del Vinalopó era clara.

                Con esfuerzo se alcanzaron los 468 vecinos en 1439, que a su modo acreditaron la capacidad de remontar de Alicante.

                La oligarquía y las disputas por los oficios públicos.

                Entre 1442 y 1451 el baile del reino tuvo encontronazos por las ganancias del tráfico de esclavos con los prohombres alicantinos, de familias ya asentadas desde hacía tiempo, como los Bonivern. A este círculo se incorporaron los Fernández de Mesa, que habían hecho fortuna en la administración señorial barcelonesa de Elche. En la década de 1450 los Pascual padecieron un cierto eclipse: en septiembre de 1457 el patrón de una nave pirata Jaime Pascual capturó a unos navegantes ingleses, liberados finalmente a la altura de Guardamar por el lugarteniente del baile.

                En 1448 el baile de Alicante, en ausencia del de la gobernación, pudo confirmar al justicia, lo que no evitó que al año siguiente Francesc Puigvert (de una conocida familia de corsarios) ganara el favor de Juan de Navarra, el hermano de Alfonso V y futuro rey de Aragón que se mostró interesado en la vida alicantina desde 1446. Se impuso a la voluntad de los prohombres y del baile Joan Margarit, firme partidario del gobernador Pero Maça, fallecido en Alicante en 1448. Las banderías conmovieron la vida pública alicantina y el hijo de Maça protegió a los agresores del justicia y su servidor.

                La vida espiritual y la pública.

                El primer establecimiento de un obispado con sede en Orihuela fue breve y en 1433 fue contestado por el vicario de Alicante, partidario del de Cartagena. En 1442 el papa Eugenio IV, enfrentado con el concilio, lo derogó. Este mismo año, Eugenio IV autorizó la fundación franciscana de Nuestra Señora de los Ángeles en el promontorio del Bon Repós, con jurisdicción sobre Elda, Novelda y Aspe.

                Algunas ganancias se invirtieron en obras religiosas al modo de la Baja Edad Media. En 1440-41 el rey concedió 100.000 sueldos de su patrimonio para el hospital de San Juan, que gestionarían los curas párrocos de Santa María y San Nicolás. La participación del segundo era indicativo del crecimiento de la villa nueva marinera y comercial.