PROYECTOS PARA LIQUIDAR LA DEUDA MUNICIPAL VALENCIANA.

20.10.2018 12:57

                La ciudad de Valencia fue un emporio financiero desde la Baja Edad Media. Dispuso de su propia banca municipal, la Taula de cambio, con una intensa actividad. En fecha temprana, los reyes le exigieron importantes sumas de dinero con destino a sus guerras. Al igual que otras urbes hispanas, como bien ha apuntado José Ignacio Martínez Ruiz, tuvo que endeudarse para atender a tales requerimientos, pues sus recursos no alcanzaban. En el siglo XVII, tras la expulsión de los moriscos, la situación era harto preocupante.

                Por entonces, muchos municipios gravaban a su vecindario con impuestos o arbitrios sobre los productos de consumo para disponer su hacienda de recursos. Para hacer frente a la deuda, propuso en 1628 Juan Bautista Ferrer que solo se pagara un impuesto o arbitrio por el pan, que dispensaría 110.000 libras anuales libres tras pagar 20.000 de salarios y 14.000 de pensiones a los deudores. Ferrer era un arbitrista o postulador de remedios, categoría denostada por muchos contemporáneos y mejor valorada por los historiadores del pensamiento económico. Su solución, que tan magnífico resultado prometía, no se aplicó, al gravar un alimento tan esencial como el pan para las gentes de la época. Queda, de todos modos, su propuesta racionalizadora de unificar imposiciones y ahorrar gastos de recaudación por consiguiente.

                José Lop, otro arbitrista coetáneo, puso el acento en los medios de reducción de los intereses de la deuda, y no en la tributación. Pretendió cambiar o convertir los censales (préstamos) al 5% por otros con carácter vitalicio al 3%. Postulaba, a modo de corolario, que las ganancias resultantes se irían repartiendo entre los vivos hasta la extinción de la deuda.

                Los buenos propósitos no pasaron de tales, y las exigencias de la Monarquía no decrecieron en el siglo de la guerra de los Treinta Años. El endeudamiento prosiguió creciendo, y en 1660 el propio rey aprobó un fondo municipal de 20.000 libras anuales para amortizar la deuda, el Medio de quitamiento. Precisamente, Valencia debía en 1661 unas 272.000 libras, equivalentes a los pagos de dos años.

                Las cosas no mejoraron, y en 1685 se propuso dar libranzas en la Taula de cambio (albaranes) a cambio del capital efectivo de los censos. Los albaranes circularían como billetes, y se retirarían a medida que la Taula volviera a ingresar el dinero. Preocupaba al anónimo autor del plan la falsificación, pero no la inflación resultante. Se pensaban amortizar 2.300.000 libras en dieciséis años con semejantes medios.

                La triste realidad en 1688 pasaba por una deuda que ascendía a las 1.500.000 libras. Así pues, en el mismo año se propuso disponer de 10.000 a 20.000 libras del Quitamiento para crear una General Compañía de Españoles, que rendirían beneficios para enjugar el endeudamiento. El mercantilismo de la propuesta era claro, pero sus intenciones volvieron a ser poco más que tales.