RAPAPOLVO AL BAILE GENERAL. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La peste y las guerras hicieron estragos en los dominios de Pedro IV de Aragón. La situación fue especialmente grave al Sur del reino de Valencia, la de la demarcación situada más allá de Jijona. Su baile general o encargado del real patrimonio se enfrentaba en 1372 a una aguda carencia de fondos, y ejerció su autoridad con decisión para solventarlo. Sólo toleró la introducción de mercancías en la entonces villa de Alicante por el portal de la mar, dispuso guardianes para supervisar la exportación de cereales de los términos alicantinos y prohibió a sus autoridades locales que obligaran a tributar a los musulmanes y judíos residentes en la contribución acordada en Cortes.
El municipio de Alicante contraatacó. Envió a su representante Joan d´Olit ante el rey, entonces en Barcelona, que fundamentó sus argumentos en la tradición inmemorial e incluso más cercana. Antes de la guerra con la Castilla de Pedro I, la villa había dispuesto de hasta seis portales orientados hacia el mar, desembarcando las mercancías en la más distanciada del núcleo urbano playa de Babel. Ningún oficial les había requerido a obrar en contrario. También los jurados y prohombres habían nombrado desde hacía mucho, desde que se tuviera memoria, los guardianes de la saca de cereales, reservándose aquéllos la potestad de destinarlo al vecindario. También habían hecho tachar o hacer pagar a musulmanes y judíos.
Los grupos rectores alicantinos querían reservarse su capacidad para negociar con mayor libertad, en un momento en que sólo permanecían abiertos dos portales hacia el mar. Pedro IV sopesó la cuestión y se inclinó por sus razones. Del 7 al 15 de septiembre el baile general recibió tres rapapolvos reales. Se le prohibió entrometerse en cuestiones que no le correspondían, perturbando los usos aceptados. Pedro IV pensó que era lo más oportuno para preservar su patrimonio en la frontera, con un Alicante en peligro de despoblación.
Fuentes.
ARCHIVO MUNICIPAL DE ALICANTE.
Concesiones reales a la ciudad de Alicante de Pedro IV, Juan I, Martín I el Humano y Alfonso V, Libro 1-2-0/0, ff. 38v-39r, 40r-40v y 42v.