RECAUDAR CON VENTAJA LAS RENTAS DE LOS SEÑORES.

25.06.2016 19:36

                

                Los nobles dispusieron de grandes cantidades de dinero, inalcanzables para muchas personas, gracias a las concesiones del rey y a los ingresos de sus señoríos, por no hablar de su participación en negocios asaz variopintos. Su estilo de vida, poco morigerado y enemigo de la discreción, comportó no menores dispendios. Más de un noble de fabulosas rentas sobre el papel se vio inmerso en el endeudamiento. La gestión patrimonial tuvo una importancia crucial para conseguir más y perder menos, pero exigía estar al tanto de sus interiores y mantener la pertinente organización.

                La organización patrimonial de varios señoríos valencianos se remontaba a la Baja Edad Media. La del condado de Cocentaina, en manos de los Corella en la Época Moderna, derivaba de la de tiempos de la baronía, cuando el alcaide de la fortaleza a costumbre de España asumía también las funciones de baile o administrador del patrimonio señorial consistente en bienes, rentas y una serie de tributos. Al formar parte de un conjunto señorial más amplio en ocasiones, este alcaide-baile se encontraba sometido a un procurador que daba cuenta con precisión de los ingresos y los dispendios anuales a su señor. Esta baronía formó parte del patrimonio o cámara de las reinas Sibila y Violante entre los siglos XIV y XV y su organización tuvo muchos puntos en común con la del real patrimonio, también estructurado en bailías en el reino de Valencia.

                En el siglo XVI los condes de Cocentaina mantuvieron este legado y no acostumbraron a confiar la gestión en compañías de arrendadores de rentas como otros señores valencianos. Lapeyre los considera una excepción. Las rentas de señoríos como el ducado de Villahermosa o el condado de Oliva fueron recaudadas por compañías financieras que se resarcían cobrando recargos y haciéndose con importantes cantidades de cereales u otros productos, susceptibles de ser vendidos a elevado precio en tiempos de escasez. En 1580 los jurados de Valencia las acusaron de acaparamiento y especulación desde finales del reinado del emperador don Carlos.

                El negocio ofrecía una buena oportunidad a todos aquellos con dinero para invertir, desde los nobles más acaudalados a las viudas con posibilidades de vivir de rentas, lo que no evitaba problemas puntuales, al igual que sucede hoy en día con las finanzas. En 1578 la Taula de canvis o banco municipal de la Valencia foral registró una pérdida de 18.000 libras en la compañía arrendadora del condado de Oliva. Al fin y al cabo algo nada excepcional que no desanimó el desarrollo de los negocios fiscales y financieros en los tiempos de los señoríos, no incompatibles con el feudalismo.