RECIBIR Y OCUPAR UNA CASA EN LA VALENCIA CONQUISTADA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La marcha de una parte significativa de la población musulmana de la ciudad de Valencia tras su conquista ofreció una buena oportunidad a los repobladores cristianos que pretendieron conseguir bienes inmuebles. Con un rico término agrario y una buena posición comercial, la urbe resultaba atractiva para establecerse e iniciar una nueva vida. Sin embargo, una parte significativa de la misma permanecía por habitar a la altura de 1270. Encontramos en el tercer volumen del Repartimiento información sobre la asignación y ocupación efectiva de viviendas a una serie de repobladores agrupados por su localidad de procedencia. Destacamos los de las ciudades y villas que sobresalieron en la conquista de Valencia, recibiendo a cambio una serie de donaciones del rey en virtud de su grado de participación.
La pujante y comercial Barcelona recibió 500 casas, de las que ocupó 320 (el 64%).
Atenta a la expansión por tierras valencianas, Teruel consiguió 360, de las que se ocuparon 240 (el 66´6%).
Más distante de la frontera y con una repoblación que databa de mediados del siglo XII, Lérida logró 340, haciendo efectiva la ocupación de 140 (el 41%).
El mismo número de viviendas que Lérida obtuvo Calatayud, ocupando solamente 120 (el 35%).
Daroca fue agraciada con 260, de las que se ocuparon 120 casas (el 46%).
En las puertas del recién creado reino de Valencia, Tortosa logró 240, y se ocuparon 140 viviendas (el 58´3%).
Zaragoza obtuvo 180, ocupándose 100 casas (el 55´5%).
Montpellier, la localidad natal de Jaime I, consiguió 140, y se ocuparon 80 viviendas (el 57%).
Tarazona logró 90, de las que se ocuparon 40 casas (el 44%).
Se ofrecieron 2.450 casas a gentes de estas nueve localidades, de las que solamente se ocuparon 1.180 o el 48´1%. Dicho de otro modo, se pensaron atraer a unas 9.800 personas (a razón de cuatro personas por vivienda familiar), consiguiéndose la afluencia teórica de 4.720. Se estima que Valencia albergaba unos 15.000 habitantes en época almohade. Además, no todos los que llegaron terminaron asentándose aquí, allanándose el camino para que los más poderosos pudieran lograr más de una vivienda en una ciudad que todavía conservaba rasgos urbanísticos musulmanes. Los comienzos del reino de Valencia no fueron nada fáciles.
Para saber más.
Pedro López Elum, “La repoblació valenciana”, Història del País Valencià, Vol. II, Barcelona, 1989.