SERVIR VOLUNTARIAMENTE A FELIPE III.

08.11.2018 22:34

                Las Cortes del reino de Valencia se propusieron corregir los agravios inferidos por los oficiales reales a sus distintos estamentos, pero con la aquiescencia del monarca. Según el pensamiento político de los siglos XIV al XVII, el rey conformaba un binomio indisociable con el reino, y las leyes expresaban a su modo el acuerdo entre ambos.

                La enmienda de agravios respondía en muchos casos a motivos tan candentes como la consecución de dinero por parte del monarca. Felipe III heredó de su padre un colosal imperio, pero también una severísima deuda. A comienzos de su reinado todavía se combatía con ingleses y holandeses, bastante activos en sus acciones. En el Mediterráneo, los corsarios argelinos amenazaban las costas hispanas.

                La persona y la acción de Felipe III, tan comprometida por la figura de su valido el duque de Lerma, ha sido recientemente revalorizada en ciertos aspectos por algunos historiadores. Se toleró una mayor libertad de expresión para abordar los grandes problemas de los reinos de su Monarquía, lo que favoreció a los arbitristas, y se intentó alcanzar un estado de paz con sus enemigos.

                Aquel monarca celebró Cortes en Valencia, que votaron un servicio voluntario a su favor. Los distintos municipios de realengo hicieron una aportación sustanciosa, que a su modo nos indican la importancia de las principales urbes del reino. Su capital destacaba con 30.000 libras, acreditando su peso. El avance de las tierras de la gobernación de Orihuela era claro con las 16.000 libras de Alicante y las 12.000 de Orihuela gracias al crecimiento comercial y agrícola, como se observa en la primera. Morella, con 7.000, y Játiva, aportando 4.000, ya no ocupaban la posición destacada del siglo XIV dentro del reino.

                La punción sobre la riqueza del reino era importante, máxime cuando las haciendas municipales se encontraban ya de por sí comprometidas por importantes deudas. A varias ciudades, como la misma Alicante, se les dio permiso de imponer sisa o imposición sobre la compra-venta de productos cuando lo estimaran oportuno. A comienzos del XVII, Castilla se quejaba con razón del elevado peso de los tributos (agravados con el servicio de millones), pero Valencia también tuvo que soportar una importante carga, que se agravaría a lo largo de aquel siglo por el aumento de las peticiones de donativos tras la expulsión de los moriscos.