UN COMERCIANTE AVENTURERO INGLÉS EN ALICANTE. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
Las naves inglesas surcaban las aguas del Mediterráneo desde la Edad Media en busca de todo tipo de ganancias. La hostilidad entre la España de Felipe II y la Inglaterra de Isabel I no cortó tales navegaciones. Al contrario, los ingleses se hicieron a la mar hacia los puertos de los reinos hispanos y de sus enemigos como comerciantes y corsarios. En la década de 1570 los navegantes de Plymouth frecuentaron el litoral de Marruecos, a la par que combatieron a los españoles. Gentes con el apellido Garrett tomaron parte en estas acciones.
William Garrett fue uno de estos navegantes ingleses, que supieron adaptarse a las circunstancias auspiciadas por la paz hispano-inglesa de 1604. Aunque los ingleses querían comerciar con las Indias españolas, se tuvieron que conformar con los puertos de la Península, lo que no impediría sus actividades de contrabando.
William llegó en 1606 a Alicante, entonces un prometedor y activo puerto, a despecho de los peligros de los corsarios del norte de África, pues por allí pasaban valiosas mercancías de Castilla a Italia y viceversa. Supo ganarse las simpatías del gobernador Francisco Imperial, de linaje genovés, atento al comercio y a la promoción del corso.
En 1610, a un año de la expulsión de los moriscos por puntos como Alicante, William se vio envuelto en un turbio asunto. Había partido a comerciar a Argel, con mercancías como ropas por valor de cuatro mil ducados, pues por entonces ya era propietario y capitán de una nave. Desembarcó allí con permiso de la autoridad, pero su bajá le tomó la carga a cambio de ochocientos ducados, según su testimonio.
Garrett se quiso presentar ante las autoridades españolas como un fiel servidor del rey de España, ofreciéndose a combatir a los turcos que tanto mal habían ocasionado a su hacienda, y como un buen cristiano, capaz de donar los ochocientos ducados a los trinitarios para redimir cautivos. Con tales cartas de presentación quiso defender su causa en un proceso de cautiverio indebido.
Desde Argel zarpó hacia Tetuán con treinta y cinco turcos, doce judíos, sesenta moriscos granadinos acompañados de sus mujeres e hijos, y veinte cautivos cristianos, de los que trece eran niños. Sostuvo que los musulmanes quisieron matarlo a él y a su tripulación para apoderarse de los cristianos, pero apellidando o invocando a Jesucristo los venció tras cuatro horas de combate. Así llegó al puerto de Alicante, donde dio razón al gobernador.
Sin embargo, el supuesto cruzado del gusto de la Contrarreforma fue denunciado ante el Consejo de Aragón por los jesuitas de apresamiento indebido de personas. Precisamente, el embajador de Inglaterra se quejó en aquel mismo año de 1610 del virrey de Valencia por exigir licencias y derechos a los mercaderes ingleses indebidamente.
Garrett también tomaría parte en el contrabando de pimienta por Alicante, donde se estableció como importador de salazones y manteca. Sobrevivió a la nueva guerra hispano-inglesa de 1625-30, y terminó abasteciendo de víveres a las localidades del marquesado de Villena. Su éxito radicó en sus complicidades con los prohombres de la sociedad alicantina, alrededor de los buenos negocios.
Fuentes.
ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.
Consejo de Aragón, Legajos 0584, nº 022.