UN ENÉRGICO VIRREY. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
En la década de 1660 el reino de Valencia no era un territorio apacible. Las acciones de los bandoleros, la protesta de los labradores y las amenazas exteriores pusieron en una situación más que comprometida a la autoridad real. Aunque sus Cortes no representaban una verdadera amenaza para el autoritarismo de la corona, sus oligarquías locales aprovecharon con maestría el dominio de las instituciones municipales para socavarlo. Más de un agente del rey tuvo serios problemas para atajar un contrabando que parecía imposible de erradicar.
Tras el motín de los labradores de la huerta de Valencia, se destinó al virreinato a un tipo enérgico, el marqués de San Román. Antonio Pedro Sancho Dávila y Osorio era un veterano servidor de la corona, con experiencia militar en el frente de Cataluña y en los presidios del Norte de África. Provisto de instrucciones confidenciales, acometió con energía sus tareas, y no sólo en la persecución de renombrados bandoleros.
En julio de 1664 tuvo que decidir acerca de una delicada petición, que podía poner en peligro la seguridad del reino y de toda la Monarquía hispánica. El cónsul inglés en Alicante le solicitó que la armada del almirante John Lawson recalara en el puerto de Alicante. Aunque aquella fuerza había actuado en el Mediterráneo desde 1661 contra los corsarios musulmanes, las autoridades de Alicante se alarmaron. Temieron que la ciudad pudiera ser conquistada con una treta por un invasor. Los ingleses aseguraron que no habían tenido ningún contacto con enemigos musulmanes o incluso neerlandeses de España, y que habían disfrutado de libre acceso a los puertos de la Corona de Castilla. Con prudencia, el virrey condescendió tras informar al Consejo de Aragón.
En aquel verano de 1664 otro tema que desveló al de San Román fue la corrupción de la vida municipal de Valencia. El manejo fraudulento de los fondos de la Taula, verdadero banco del municipio, ocasionaba descontento y alentaba nuevas protestas. Ordenó investigar sus libros de contabilidad, descubriéndose los fraudes cometidos bajo la administración de Estacio Pau. El acusado consiguió huir con la ayuda de encumbrados cómplices. La reforma de las finanzas municipales resultaba tan necesaria como compleja, confiándose en octubre la pesquisa al maestre racional con la asistencia del oidor de la Real Audiencia Gaspar Salvador.
La combinación de legalismo y energía depararon buenos resultados a la autoridad de la corona. El marqués de San Román ejercería como virrey de Valencia hasta 1666. Más tarde, aprovecharía su experiencia valenciana al frente del virreinato del no menos complejo Nápoles, tierra a la que fueron también a parar destacados bandoleros valencianos. La Monarquía hispánica se enfrentaba a desafíos muy similares en sus distintos dominios mediterráneos.
Fuentes.
ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.
Consejo de Aragón, Legajos 0580, número 015; Legajos 0588, número 019.