UNA POSIBLE EXPULSIÓN DE LOS MUDÉJARES. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

28.04.2021 11:45

 

                La guerra de las Germanías convulsionó la vida de las comunidades mudéjares del reino de Valencia. No pocos musulmanes fueron obligados a bautizarse por los agermanados, rompiéndose el precario equilibrio de la Baja Edad Media. Tras el fracaso de la rebelión, las autoridades eclesiásticas no desdeñaron tal conversión, y se planteó la posibilidad de extenderla a todos aquellos que todavía no hubieran abjurado de la religión islámica.

                El malestar se extendió más si cabe entre las comunidades islámicas del reino valenciano, anunciándose los días de la guerra de Espadán. Muchos musulmanes marcharon a otras tierras, particularmente al Norte de África en manos de los poderes otomanos. Así podía fortalecerse a los enemigos de Carlos V y debilitarse considerablemente las arcas de los señores valencianos. En octubre de 1525, la preocupación era máxima entre las autoridades del reino de Valencia.

                El 9 de diciembre de aquel año se dictó una medida tan curiosa como expeditiva, la de la expulsión del reino de todos los musulmanes antes del 31 del mismo mes. Además, debían abandonar España antes del 31 de enero.

                Se trazó una ruta de expulsión en toda regla. Se registrarían todos en Siete Aguas, una puerta del reino, antes de pasar a la entonces castellana Requena. Desde allí proseguirían por Utiel, Madrid, Valladolid, Benavente y Vilafranca hasta embarcar por La Coruña.

                Semejante itinerario ha causado no poca extrañeza, aunque se ha interpretado con tino como una medida que evitaba su marcha directa al África otomana y de paso inductora a la reflexión, la de considerar más apetecible la conversión que semejante éxodo. De hecho, en el mismo mes de diciembre de 1525 las aljamas solicitaron infructuosamente a Carlos V embarcar por Alicante.

                Así también se intentó tranquilizar, en la medida de lo posible, a los señores de rentas mudéjares. Lo cierto es que al final tal expulsión no se llevó a cabo y la guerra de Espadán inició con dureza el capítulo de la Valencia morisca.

                Fuente.

                Juan Francisco Pardo, “La emigración de los moriscos valencianos”, Saitabi, 53, 2003, pp. 95-116.