VALENCIA, UN APRECIADO CENTRO DE SERVICIOS DEL 1600.

02.05.2016 15:50

 

                A finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII, cuando las dificultades comenzaron a ser críticas en muchos puntos de Europa, la ciudad de Valencia disponía de varios activos.

                Desde la Baja Edad Media sus gremios artesanales habían tenido un gran protagonismo en la vida económica, social y política de la ciudad, a donde acudían toda clase de compradores. En el período que nos ocupa desde las cercanas tierras castellanas de Cuenca se requirieron de Valencia armas, pólvora, telas, emblemas heráldicos, objetos litúrgicos, palmas para el Domingo de Ramos e incluso reliquias custodiadas en alguno de sus templos.

                La ciudad se estaba convirtiendo, como otras de la Monarquía hispánica, en una urbe conventual presidida por los edificios religiosos sobremanera. Entre su clero secular y regular se tomaban los predicadores de Cuaresma de no pocas localidades de la Corona de Aragón y de la de Castilla, ya que el castellano había ganado difusión entre una serie de grupos aristocráticos de la ciudad. De las imprentas de Valencia también salieron muchas obras de poesía, religión e historia redactadas en castellano.

                Urbe universitaria, su facultad de medicina tuvo una gran fama de la mano de figuras como la del alicantino Jaime Segarra, cuyos fundamentos teóricos han sido caracterizados por la historiografía actual de conservadores. Muchos médicos hicieron las prácticas con estas personalidades universitarias y lograron también un gran reconocimiento a la hora de ser contratados por los municipios valencianos y castellanos cercanos.

                Otro elemento de gran importancia en la apreciación de Valencia fue su condición de puerto de desembarco del trigo de otros lugares del Mediterráneo, como Sicilia, de gran importancia para calmar el hambre en los años de escasez en las localidades del interior. La llegada de las capturas pesqueras y de las especias acrecentó el valor de su comercio y de sus servicios.

                Fue precisamente en esta Valencia de servicios donde Felipe III contrajo matrimonio en abril de 1599 en medio de una pompa digna de la ciudad.