CASTIELFABIB ANTE LA GUERRA DE LOS DOS PEDROS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

04.01.2022 17:40

               

                Un punto crucial.

                La guerra entre las coronas de Aragón y Castilla que conocemos como la de los Dos Pedros sometió al reino de Valencia y a sus gentes a una durísima prueba, particularmente a la de sus fronteras. La localidad de Castielfabib, en el territorio del Rincón de Ademuz, se enfrentó a enormes dificultades, pues se enclavó en las rutas de invasión de Calatayud a Murviedro (la actual Sagunto), utilizada por Pedro I de Castilla para doblegar a su rival Pedro IV de Aragón. La lucha fue enconada e impuso enormes los sacrificios.

              La ruptura de hostilidades.

                Los Coronas de Aragón y Castilla venían disputándose la hegemonía peninsular desde hacía tiempo, a despecho de sus alianzas temporales contra los nazaríes de Granada o los benimerines, deseosos de dominar el Estrecho. En el estío de 1356 se inició la guerra, y el 4 de octubre se apremió al baile general de Valencia sobre la necesidad de reparar los castillos fronteros y alzar compañías de caballería [1] .

                El estado de localidades como la de Castielfabib era frágil, al carecer del trigo suficiente para afrontar un asedio. El 19 de enero de 1357 se ordenó al baile de la vecina Ademuz, Sancho Ramírez de Lihori, a que obligara a sus gentes a dispensárselo [2] . A cambio, pudieron disponer del producto de las viñas de los súbditos del rey de Castilla para fortalecer sus defensas [3] . Por otra parte, los muros y fosos de Castielfabib requerían ser reparados [4] . La situación era ciertamente preocupante.

              La entrada del maestre de Santiago.

                Don Fadrique Alfonso de Castilla, maestre de la orden de Santiago, irrumpió por el territorio. Hermano gemelo de Enrique de Trastámara, también tuvo serios enfrentamientos con su hermanastro Pedro I, que posteriormente ordenaría su muerte. Con todo, tomó parte activa en los primeros cruces de armas con los de Pedro IV. El 27 de enero de 1357 se ordenó al notario de Ademuz Domingo Falcó que diera constancia documental de los daños ocasionados por el maestre y las gentes de Castilla [5] . La recaudación del morabatí tuvo que moderarse en vista de ello [6] .

                El estado de guerra había obligado a convocar a todos los hombres de armas disponibles, como al escudero Pedro López de Espejo, lo que le ocasionó problemas en la administración de sus bienes en Alcira, Játiva y Terrateig, conseguidos gracias a su matrimonio con Sancha Martínez de Obiols, hija del habitador de Valencia Romeu de Obiols [7] . Toda una muestra de la creciente relación e integración entre las gentes del reino valenciano.

              Una primera tregua.

                El 10 de mayo de 1357, las gestiones del Papa Inocencio VI dieron fruto y se firmó una precaria tregua, que duraría teóricamente hasta la festividad de San Juan de 1358, con sesenta días de prórroga para que los contendientes pudieran anunciar su mantenimiento.

                Para evitar que los alborotadores la pusieran en tela de juicio, Pedro IV ordenó al juez auditor Ramón Nebot el 3 de noviembre que investigara crímenes y delitos cometidos en Castielfabib y Albarracín durante los meses de conflicto. Debían declararse ilícitos los casos que no se consideraran de buena guerra [8] .

                Por ello, el procurador fiscal del reino de Valencia debía trasladarse a Castielfabib a emitir las sentencias oportunas, contando con la ayuda del gobernador y del esto de oficiales del reino de Aragón [9] .

              Nueva alerta militar.

                En la primavera de 1358, la tregua se fue al traste a resultas de la precaria reconciliación entre Pedro IV y su hermanastro el infante don Fernando, anterior aliado de Pedro I. Tras unos meses en los que correspondió al frente del Sur del reino de Valencia el mayor protagonismo, la guerra ganó fuerza por el Norte, mirando hacia Aragón. Bien consciente de ello, Pedro IV de Aragón nombró el 2 de abril de 1359 a don Pedro de Jérica capitán y frontalero de Teruel y Albarracín, junto con sus comunidades de aldeas. Contó sobre el papel con una compañía de 150 caballeros y tuvieron el deber de asistirle las localidades valencianas de Castielfabib, Ademuz y Alpuente [10] . El de Jérica había sido un duro contrincante de Pedro IV en los comienzos de su reinado, y había demostrado tanto su temple como su influencia en la zona.

                El 13 de febrero de 1361, el rey aragonés sospechó que los castellanos irrumpirían desde la soriana Almazán contra el reino de Aragón [11] . Sus gentes no solamente debían mandar con presteza todas las fuerzas de caballería posibles en caso de ataque, sino también encargarse de auxiliar a sus vecinos valencianos, deber que recayó en Teruel. Se le ordenó el 8 de septiembre de 1362 que abastecieran de armas, hierro, acero y otros avituallamientos a Castielfabib, Ademuz y Alpuente, en bien de la cosa pública  [12].

              La determinación de las gentes de Castielfabib.

                Su alcaidía, a la muerte de Egidio Rodríguez de Castilblanc, pasó el 30 de enero de 1363 a manos del citado escudero Pedro López de Espejo, en quien recayó una gran responsabilidad [13] . La plaza distaba de encontrarse en su mejor estado de defensa. Al conde de Ribagorza y Denia don Alfonso de Aragón, encargado de inspeccionar el estado material y el abastecimiento de los castillos de aquel sector, se le encareció que se derribaran los viejos edificios que impedían la oportuna protección de la vila vella y la iglesia mayor [14] .

                El 16 de abril de 1363, las fuerzas de Pedro I tomaron Cariñena, amenazando en teoría Zaragoza. Sin embargo, viró hacia el Sureste. Atravesó las tierras de Teruel y del Rincón de Ademuz, y Murviedro cayó en sus manos. El 21 de mayo dispuso su real frente a la ciudad de Valencia. El castellano no pudo tomarla y se replegó a Murviedro, mientras Pedro IV se situaba al frente de sus tropas en Nules  [15].

                La situación era grave para los del rey de Aragón, que autorizó el 20 de abril a los de Castielfabib a invertir las sumas de dinero de las sisas en la reparación de sus muros [16] . El 10 de mayo agradeció el buen servicio de las gentes de Castielfabib, además de su confianza en la victoria, en un tiempo en el que el derrotismo se extendía [17] . Para espolear más si cabe su determinación, se les otorgaron el 25 de junio los derechos de cabalgada contra el rey de Castilla, declarado enemigo público. Tampoco los oficiales podían penalizarlos económicamente. Así se reunirían mayores recursos para el mantenimiento de su castillo [18] . Todo ello no quedó en papel mojado: el mismo Pedro IV reconoció el 13 de julio en carta, escrita en aragonés, su varonil defensa y el empeño del alcaide López de Espejo en acometer al enemigo [19] .

              Los navarros entran en escena.

                Entre el 22 de mayo y el 2 de junio de 1362, Pedro I de Castilla y Carlos II de Navarra suscribieron una alianza contra sus respectivos enemigos. Carlos II pensaba ganar al castellano contra el rey de Francia, pero al final se vio arrastrado a posicionarse contra el rey de Aragón, sin muchos deseos. Después de tratar con él, el de Navarra favorecería una suspensión de hostilidades, y el 2 de julio de 1363 se suscribieron treguas entre Pedro I y Pedro IV.

                Para agilizar las negociaciones, el infante Luis de Navarra se había entregado como rehén al rey de Aragón. Como garantía del acuerdo, los castellanos entregaron los castillos de Murviedro y Almenara, y los aragoneses los de Castielfabib y Ademuz. Los primeros fueron encomendados a Martín Enríquez de Lacarra, y los segundos a Juan Ramírez de Arellano, ambos caballeros navarros [20] . No obstante, a 6 de agosto, pasado ya el tiempo de los rehenes, se ordenó todavía a López de Espejo que prosiguiera temporalmente al frente de la alcaidía de Castielfabib, hasta nuevo mandato  [21] . Ya el 20 del mismo mes, Juan Ramírez de Arellano se hizo cargo oficialmente de las de Castielfabib y Ademuz, con el derecho de poner a su frente a quien estimara adecuado [22] . No obstante, el esfuerzo de López de Espejo había conquistado el aprecio real, y ese mismo día se le restituyó la alcaidía de Castielfabib a costumbre de España [23] .

                La máxima autoridad militar en aquel tramo de la frontera valenciana recayó al fin y al cabo en Juan Ramírez de Arellano, al frente de una pequeña fuerza de diez jinetes y cincuenta peones para reforzar los castillos de Castielfabib y Ademuz. Se le dispensaron 140 florines de oro para su mantenimiento [24] .

              Otra tregua insegura.

                Se comunicó oficialmente el 1 de septiembre de 1363, igualmente en aragonés, la tregua con el rey de Castilla, además de a las autoridades Alpuente, Albarracín, Daroca y Zaragoza [25] . Tres días después, Pedro IV avisó a Carlos II de una posible reunión con Pedro I en el territorio de Castielfabib y Ademuz, cuya posible preparación sería encomendada a Juan Ramírez de Arellano  [26] .

                Durante el enfrentamiento con Castilla, no todas las gentes del territorio permanecieron fieles al rey de Aragón, que confiscó los bienes de los rebeldes y los entregó a sus partidarios, como Berenguer de Rovira [27] . Tampoco sus leales acataron siempre sus órdenes a rajatabla. La justicia de Castielfabib tuvo que actuar contra los vecinos Marco López, Marco de Fuentes, Miguel de Mora, Guillem Muñoz, Pascual de Calahorra, Juanes de Royo el Menor, Gil de Villalba, Pedro Sánchez, Sancho Lumbierri y Miguel Gómez de Javaloyes el 16 de septiembre. Habían ignorado la tregua con los castellanos y participado en una cabalgada, en la que tomaron unas acémilas con pan, que luego vendieron. Intentaron evadir sus responsabilidades acusando a las gentes de Villel [28] . Asimismo, el escudero Egidio Rodríguez de Castielfabib fue acusado de crimen de lesa majestad, cometido en territorio castellano [29] .

                Por otra parte, Juan Ramírez de Arellano no recibía la dotación adecuada para mantener a sus compañías, a satisfacer por la Diputación del General de Aragón [30] , que también tuvo que atender la pérdida de los caballos del sub-alcaide de Castielfabib Martin Ibáñez y del de Ademuz Ruy Díaz de Sanvicent [31] . Igualmente, se advirtió el 6 de octubre a las autoridades de Castielfabib y Ademuz a que observaran la equivalencia de doce sueldos por cada pieza de florín en las pagas a las fuerzas de Ramírez de Arellano [32] .

                La actuación del mismo Ramírez de Arellano tuvo sus detractores y sus partidarios, a los que aquel caballero favorecería. A Sancho de Canyigral se le otorgaría el 6 de octubre por su mediación la suculenta escribanía de Castielfabib [33] . Entre algunos de sus moradores, los ánimos estaban encendidos por entonces. A 5 de diciembre, el escudero Berenguer de Castilblanc, tutor de los hijos de Egidio Rodríguez de Lihori, se enfrentó con el caballero Sancho Ramírez de Lihori por el ejercicio de la capitanía de Castielfabib y Ademuz, además de por la posesión de casas, bodegas, hornos y labores en ambas localidades [34] .

              La primera conquista castellana.

                Al finalizar 1363, los castillos encomendados a Ramírez de Arellano carecían todavía de las pagas necesarias, y su acceso resultaba inseguro [35] . Con unos medios bien precarios, Pedro IV se enfrentó a la nueva ruptura de hostilidades con Pedro I.

                Quizá valiéndose de la posibilidad de negociar, el rey de Castilla tomó Castielfabib, con falsas maneras según su contrincante Pedro IV [36] . Los navarros que se encontraban allí como rehenes combatieron por Pedro I. Se alzaron contra la guarnición del castillo y colaboraron con los castellanos durante su breve ocupación, según testimoniaron los agraviados escuderos Pedro López de Espejo y Rodrigo Egidio de Castilblanc: la casa del primero había sido dañada entonces adrede [37]

                Las gentes de la plaza pugnaron contra los de Pedro I: atacaron a sus fuerzas, acogidas al castillo, y mataron al alcaide dejado por el rey de Castilla, natural de Toledo [38] . El 17 de mayo de 1364, Pedro IV agradeció a su voluntad el retorno a su señoría y corona. Por ello, les absolvió de toda pena civil y criminal, algo que deberían respetar escrupulosamente sus oficiales [39] .

                Con el botín tomado, se trató de resarcir a los fieles a Pedro IV en la medida de lo posible. Al sufrido Pedro López de Espejo se le prometieron dos caballos por sendas pérdidas en la campaña contra don Pedro de Jérica (1336) y en la de Mallorca (1343), acciones ciertamente ya pasadas [40] .

              El segundo asedio de Pedro I.

                A 3 de junio, los castellanos dominaban todavía Teruel, sobre cuya posible entrega al rey de Aragón se encomendaron los tratos a las autoridades de Castielfabib, que también debían respetar la remisión de penas concedidas a los turolenses [41] .

                Sin embargo, Pedro I no se mostró dispuesto a ceder posiciones. El maestre de Alcántara se dirigió hacia Castielfabib, y el 14 de octubre ya la asediaban nuevamente. Pedro IV, cuando supo que el rey de Castilla se aprestaba a atacar Orihuela, se puso en camino con sus fuerzas desde Zaragoza. Con Teruel bajo control castellano, tuvo que pasar por Montalbán, Mora de Rubielos y Sarrión. En la segunda, dos hombres de Castielfabib le anunciaron que Pedro I ponía sitio a la plaza. De no ser socorrida, debía rendirse en dos días [42] . El rey de Aragón convocó a caballeros como el zaragozano Berenguer de Santa Paz para que acudieran presto al combate [43] . Dispuso su campamento en Montalbán, presto a dar batalla en el frente de Villel-Castielfabib, por razones de honor [44] .

                El conde don Enrique de Trastámara se sumaría a las operaciones, y el 17 de octubre aquél ordenó que le entregaran suministro de pan las localidades aragonesas de Huesa, Segura de las Parras, Blesa, Monfort, Vilanova de Moniesa, Belchite, Villarluengo y Villaconejos [45] .  Se requirió el día 19 al maestre de Montesa Pere de Tous, que desde Murviedro debía dirigirse a Mosqueruela con su caballería y el tercio de las huestes del maestrazgo [46] . El 22 se le tuvo que insistir sobre el cumplimiento de su mandato [47] . Paralelamente, se ordenó la movilización de otras fuerzas del reino de Valencia. A su gobernador se le exigió que concurriera con la tercera parte de las huestes de la plana de Burriana. También Morella y sus aldeas debían aportar el tercio de sus huestes [48] . Los sobrejunteros de Aragón, encargados de ejecutar las sentencias del justicia del reino, garantizaron el traslado de víveres, como la harina, cebada, pan cerdos y carneros que Huesa (del Común) y sus aldeas llevaron hasta Mora de Rubielos [49] . A 2 de noviembre se mandó a Alfonso de Aragón, primo del rey a proveerse de fuerzas en consonancia. Eran muy necesarios los setecientos jinetes de Valencia y los doscientos de Játiva, además de ballesteros. También se indicó que Alcira podía poner su granito de arena [50]

                Los preparativos militares de Pedro IV, con todo, resultaron insuficientes. Casteilfabib cayó antes de lo previsto. El mismo rey de Aragón  escribiría “estants en nostra moguda per satisfer a la nostra honor reial, haguem altre ardit que el dit castell s´era ja retut, no esperat lo temps, e que s´era apatiat” [51] . El mismo Pedro I de Castilla la había tenido cercada durante un mes, “tirándola con muchos engeños, fasta que la cobró” [52] .

              Trascendencia de la caída de Castielfabib.

                La victoria infundió nuevas fuerzas a los castellanos. Desde la conquistada plaza, Pedro I mandó al maestre de Alcántara a abastecer sus posiciones de Murviedro. El mismo rey castellano marchó hacia tierras alicantinas. Ayora cayó igualmente en sus manos [53] . Su ofensiva sobre tierras valencianas cobró nuevos bríos.

                Ya en Villarreal, Pedro IV no se resignó a tal resultado, a pesar de los otros compromisos militares. El 20 de noviembre todavía ordenó el envío de compañías hacia el frente de Castielfabib. Llegaron a Montalbán. El intento aragonés de tomar la castellana Moya se frustró por el aviso de sus defensores, en medio de una gran carencia de agua [54] .

               El dominio castellano.

                Entre el otoño de 1364 y la primavera de 1366, la villa y castillo de Castielfabib formaron parte de los dominios de Pedro I, al que Pedro IV acusó de pretender crear una Castella la Nova con sus conquistas. Su alcaidía fue encomendada a Fernando Pérez de Ayala [55] .

                Algunos se negaron a permanecer bajo la obediencia del nuevo señor. De hecho, Ramón Falcón se ausentó de la vecina Ademuz, y le vendieron su casa y otros bienes Berenguer y Egidio Rodríguez de Castilblanc [56] . Más de una posesión cambiaría de manos durante aquellos días. Las circunstancias de la guerra, en la que floreció la almogavería, también lo alentaron. A Egidio Álvarez de Espejo le tomó caballos en el lugar del Cuervo Miguel Pérez de Miedes, que los llevó luego a Castielfabib [57] .

                En la zona, Pedro I también ejerció su conocida justicia cruel. Ordenó que le descuartizaran las manos a Esteban Pérez de Villel, al que el rey de Aragón concedería franquicia por diez años el 1 de junio de 1366 [58] .

              El final del dominio de Pedro I.

                Cuando la causa de Pedro I parecía imponerse, don Enrique de Trastámara irrumpió en marzo de 1366 por Calahorra al frente de las compañías blancas, con la ayuda de Pedro IV. El 1 de abril, Enrique declaró tirano a su hermanastro, y se coronó cuatro días más tarde rey en el monasterio de las Huelgas.

                Las fuerzas del derrocado monarca se derrumbaron en las conquistadas plazas. Ya el 4 de abril, el rey de Aragón pudo dirigirse al baile de Castielfabib ante las quejas de Lope Álvarez de Espejo por la asignación de mil sueldos [59] . Con las posiciones ya aseguradas, Pedro IV mandó a sus porteros Arnaldo de Santa Romana y Arnaldo Torrente a tomar nuevamente posesión de la villa y castillo de Castielfabib, además de encargarse de la cuestión de la venta de bienes durante la dominación de Pedro I [60] .

                Como la alcaidía había dispuesto del trigo disponible, sus gentes se encontraban muy necesitadas a 3 de junio [61] . En tan penosa situación, sus prohombres se quejaron amargamente al rey el 18 del mismo mes por el pago de 1.285 sueldos por pan, vino y carne desde el primero de mayo [62] .

                Por aquel entonces ya se habló a las claras de la amenaza de despoblación que se cernía sobre la castigada Castielfabib. Igualmente, como remedio, se pidieron franquicias fiscales (especialmente tras la dominación de Pedro I), y el mismo Pedro IV recomendó moderación en sus exigencias a los diputados del General y a los clavarios de Valencia [63] .

                Castielfabib sobrevivió a la brutal prueba, pero se encontraba exhausta. Todavía el 22 de abril de 1368, en vista de nuevos enfrentamientos con Enrique II de Castilla (el aliado de la víspera), se instó a la reparación de los aljibes de su castillo con las primicias del obispado de Albarracín, de las que era administrador su mismo alcaide [64] . La guerra de los Dos Pedros había marcado toda una época, la de la más agria Baja Edad Media.

                                                                                             

               

 

                                               

 



[1] Archivo de la Corona de Aragón (ACA), Real Cancillería (C.), R. 1380, 30v-31v.

[2] ACA, C., R. 1380, 132r-v.

[3] ACA, C., R. 690, 4v-5r.

[4] ACA, C., R. 1380, 118r-v.

[5] ACA, C., R. 1379, 126v-127r.

[6] ACA, C., R. 692, 33r.

[7] ACA, C., R. 694, 57v-58v.

[8] ACA, C., R. 1156, 47v-48r.

[9] ACA, C., R. 1156, 47v-48r.

[10] ACA, C., R. 1381, 210r.

[11] ACA, C., R. 1291, 1r.

[12] ACA, C., R. 1384, 101r.

[13] ACA, C., R. 1364, 30v.

[14] ACA, C., R. 1385, 79v.

[15] Francisco Javier Zabalo, “Participación navarra en la guerra de los dos Pedros. La expedición a Murviedro de 1363”, Príncipe de Viana. Anejo, 2-3, 1986, pp. 777-781.

[16] ACA, C. R., 707, 200r.

[17] ACA, C., R. 1185, 140r-v.

[18] ACA, C., R. 1185, 216v-217r.

[19] ACA, C., R. 1189, 208v.

[20] Francisco Javier Zabalo, “Participación navarra en la guerra de los dos Pedros. La expedición a Murviedro de 1363”, Príncipe de Viana. Anejo, 2-3, 1986, pp. 777-781.

[21] ACA, C., R. 1188, 120r.

[22] ACA, C., R. 1188, 102v-103r.

[23] ACA, C., R. 1188, 102v-103r.

[24] ACA, C., R. 1188, 160r-v.

[25] ACA, C., R. 1385, 144r.

[26] ACA, C., R. 1791,470v.

[27] ACA, C., R. 715, 33v.

[28] ACA, C., R. 1386, 44v-45r.

[29] ACA, C., R. 715, 42r.

[30] ACA, C., R. 1191, 497v.

[31] ACA, C., R. 1188, 42v-43r.

[32] ACA, C., R. 1191, 553v.

[33] ACA, C., R. 1188, 42v.

[34] ACA, C., R. 716, 44r.

[35] ACA, C., R. 1192, 21r.

[36] ACA, C., R. 1202, 12r-v.

[37] ACA, C., R. 1198, 222r.

[38] Jerónimo Zurita, Anales de Aragón, Libro IX.

[39] ACA, C., R. 1202, 12r-v.

[40] ACA, C., R. 1199, 520v.

[41] ACA, C., R. 1197, 190v.

[42] Pedro el Ceremonioso, Crònica, Barcelona, 1984, C. VI, p. 221.

[43] ACA, C., R. 1202, 161r.

[44] ACA, C., R. 1195, 128r-v.

[45] ACA, C., R. 1195, 128r-v.

[46] ACA, C., R. 1195, 124v-126v.

[47] ACA, C., R. 1202, 95r-v.

[48] ACA, C., R. 1195, 124v-126v.

[49] ACA, C., R. 1202, 97r.

[50] ACA, C., R. 718, 41v.

[51] Pedro el Ceremonioso, Crònica, Barcelona, 1984, C. VI, p. 221.

[52] Pero López de Ayala, Crónicas, Barcelona, 1991, C. VI de 1364, p. 304.

[53] Pero López de Ayala, Crónicas, Barcelona, 1991, C. VI de 1364, p. 304.

[54] ACA, C., R. 718, 74r.

[55] ACA, C., R. 1388, 25v.

[56] ACA, C., R. 737, 155r-v.

[57] ACA, C., R. 727, 39v.

[58] ACA, C., R. 739, 6v.

[59] ACA, C., R. 1464, 87r-v.

[60] ACA, C., R. 1388, 37v-38r.

[61] ACA, C., R. 728, 67v-68r.

[62] ACA, C., R. 1388, 33v.

[63] ACA, C., R. 1388, 33v.

[64] ACA, C., R. 1467, 122v-123r.