LOS LIBROS, GRAN ESPERANZA HUMANA.

29.11.2015 13:26

                Los libros son la piedra angular de la Humanidad, la que muestra lo mejor de nuestra condición más allá de la bestialidad. Bien lo sabía un ilustre valenciano, fray Antoni Canals.

                

                Nacería en la Valencia de 1352, tras el gran zarpazo de la Peste Negra y la gran crisis política de la Unión (capaz de conmover al reino de Valencia y a toda la Corona de Aragón), y murió entre 1415 y 1419, ya zanjado el Compromiso de Caspe. Este inquieto dominico vivió un tiempo de graves dificultades y cambios capaces de producir perplejidad en los espíritus más recios, pero también de vivos deseos de saber.

                Supo relacionarse con figuras de la talla de San Vicente Ferrer, Francesc Eiximenis y Bernat Metge, lo más granado de la intelectualidad coetánea de la Corona de Aragón. Tuvo acceso fray Antoni a las cortes de Juan I, el amador de la gentileza, y de su hermano Martín I, bien conocido por sus aficiones humanísticas.

                Su conocimiento un tanto insuficiente del latín clásico y de autores de la hondura de Séneca no lo arredró y a partir de 1395 escribió importantes obras teológicas y celebradas traducciones, como las claras versiones de Petrarca y Valerio Máximo, donde brilló con luz propio su talento literario.

                En su traducción del Philobiblon del obispo de Durham Ricardo de Bury (1287-1345) aprovechó para mostrar todo su aprecio a los libros, siguiendo los pasos del autor original.

                A través de los libros Dios ha manifestado toda su sabiduría a los seres humanos. Su valor, por tanto, es superior a cualquier cosa, reduciendo las piedras más preciosas a barro deleznable.

                Su origen, por ende, se encuentra en la luz divina, lo que sería una primera forma de ilustración medieval siguiendo las pautas del pensamiento aristotélico de Santo Tomás de Aquino.

                La vianda del entendimiento humano, contenida en los libros, establecería la doctrina (o espíritu) de las costumbres, por las que gobiernan los reyes. Este fraile dominico, celoso de su orden, defendía el origen divino del poder transmitido a través de las gentes, sirviendo los libros de vías de comunicación. La ley se impondría al rey, antecedente del más contemporáneo pensamiento de la necesidad de una Constitución por encima de toda parcialidad.

                El rey que se guie por su luz se erigirá en el verdadero príncipe, el padre de la cosa pública o sociedad organizada sobre la que disertara Eiximenis. Aquellos que supieran escoger las palabras y versionar con belleza y corrección los clásicos ayudarían sobremanera al rey a evitar la tiranía.

                En la Baja Edad Media valenciana los libros, la cultura, también fueron la tabla de salvación de las personas. Este esfuerzo tan claramente expuesto por fray Antoni Canals subyace en el Siglo de Oro literario valenciano.